sábado, 14 de octubre de 2017

Insensible.


-El problema de ella –me dijo-, es que hacía exactamente el mismo ruido cuando lloraba que cuando reía… con los mismos gestos incluso… y claro… yo nunca entendía nada y luego ella me acusaba de insensible y comenzaban los problemas…

-¿Pero no podías adivinar a partir de lo que hubiese pasado antes, al menos? –pregunté.

-¿Cómo?

-Ya sabes… -me expliqué-, si están viendo una película triste, por ejemplo, y de pronto la ves con esos gestos, podrías deducir que está llorando…

-No resultaba –señaló-. Una vez veíamos a un cómico y la vi de esa forma y pensé que reía, obviamente… por lo que reí con ella…

-¿Y no reía?

-Para nada… -comentó, algo molesto-. Resultó que lloraba porque los chistes eran demasiado crueles… y uno resultaba entonces nuevamente insensible… doblemente insensible, incluso…

-Pues lo lamento…

-Sí… -dijo mientras se servía otro trago-. Puede no servir de nada, pero al final lamentarse era lo único que podía hacerse…

-¿Nunca lo hablaron con algún especialista?

-No… quedamos de ir alguna vez, pero ella insistía en que era cuestión de sensibilidad, de compartir experiencias… de comprender cómo se sentía…

-…

-Y yo lo intentaba, sabes… De verdad lo intentaba, pero no se podía adivinar con ella…

-¿Terminaron, entonces? –pregunté.

-Sí –me contestó-. De un día para otro… Lo peor es que tampoco me di cuenta. Se fue sin decir nada, nada más…

-Una pena –dije entonces, por decir algo.

-No sé bien si es una pena –señaló-, digamos que tampoco sé si reír o llorar cuando lo pienso…

-…

-¡Salud por eso! –dijo entonces, dando fin a la conversación.

-Salud – dije yo.

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