sábado, 21 de octubre de 2017

Dioses tímidos.


Compré tantas cosas
que me dieron puntos
para comprar más cosas.

Yo no entendía
en un principio
pero me explicaron tan bien
que agradecí el detalle.

Tómelo como un regalo,
me dijeron,
y no le dé más vueltas…
después de todo
nada de esto va a cambiar su vida.

Nada cambia nunca la vida,
debieron mejor
haber dicho.

Entonces me mostraron
una revista
donde estaban aquellas cosas
que podía tomar
como un regalo.

Usted puede elegir,
me aclararon,
cualquiera de las que aparecen
en las primeras
cinco páginas.

Y yo miré entonces
en esas cinco páginas,
los colores
de aquellas cosas
que no necesitaba.

No es que fueran
sin embargo,
malas cosas,
eran más bien como hijos
que nacieron silenciosos
antes de tiempo
y sin olor.

Entonces
elegí uno de ellos
que era azul,
pues pensé que era absurdo
decir que no
a aquel regalo.

Y es que tal vez,
pensé,
son ellos más bien
como pequeños dioses tímidos
y una negativa
puede ser tomada
más bien
como un desprecio.

Y claro,
no es bueno despreciar
a dios alguno
aunque sean
dioses tímidos.

Fue así que tomé
mi regalo azul
y dije gracias,
y regresé a mi casa
cuya puerta por descuido
había dejado abierta.

Pero nadie entró.

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