“La muerte no es un acontecimiento de la vida.
No es un hecho del mundo.”
Wittgenstein.
No es un hecho del mundo.”
Wittgenstein.
.
¡Qué acción más errónea
es haberle dado al hombre
la ilusión de equilibrio…!
Y es que así,
buscándola,
olvida el hombre
aquella verdad
que decía que la vida
no debía ser nombrada
ni fijada,
ni mucho menos
pasar a ser parte
de las proposiciones del mundo.
Y es que así,
repito,
es como se equivoca el hombre.
Así:
abriendo el cuerpo
de un ser todavía vivo
para examinar el espíritu.
¡Cuánta acción equivocada…!
Guarda el agua en tubos
y el agua se pudre.
Saca la sangre del cuerpo
para estudiar la vida.
E intenta quedarse quieto
para intentar comprender
el movimiento del cosmos.
¡Hombre ingenuo…!
¡Tú eras el cosmos!
Y el equilibrio
era algo muy distinto
de aquello que aprendiste.
De esta forma,
todo murió
apenas lo nombraste,
pues no te supiste conformar
con el ser libre de las cosas
y trataste de amarrarlas
a ti mismo.
¡Insensato…!
Te hundió el peso de los muertos
mientras creías que indagabas
la esencia del mundo.
Y es que finalmente
todas las proposiciones
valían lo mismo,
y su valor
era tan escaso
que no alcanzaba para comprar
la más pequeña
de las verdades.
Cualquiera de ellas,
te habría salvado,
pero hoy ya es tarde
para lamentarse…
¡Qué acción más errónea
es haberle dado al hombre
la ilusión de equilibrio…!
es haberle dado al hombre
la ilusión de equilibrio…!
Y es que así,
buscándola,
olvida el hombre
aquella verdad
que decía que la vida
no debía ser nombrada
ni fijada,
ni mucho menos
pasar a ser parte
de las proposiciones del mundo.
Y es que así,
repito,
es como se equivoca el hombre.
Así:
abriendo el cuerpo
de un ser todavía vivo
para examinar el espíritu.
¡Cuánta acción equivocada…!
Guarda el agua en tubos
y el agua se pudre.
Saca la sangre del cuerpo
para estudiar la vida.
E intenta quedarse quieto
para intentar comprender
el movimiento del cosmos.
¡Hombre ingenuo…!
¡Tú eras el cosmos!
Y el equilibrio
era algo muy distinto
de aquello que aprendiste.
De esta forma,
todo murió
apenas lo nombraste,
pues no te supiste conformar
con el ser libre de las cosas
y trataste de amarrarlas
a ti mismo.
¡Insensato…!
Te hundió el peso de los muertos
mientras creías que indagabas
la esencia del mundo.
Y es que finalmente
todas las proposiciones
valían lo mismo,
y su valor
era tan escaso
que no alcanzaba para comprar
la más pequeña
de las verdades.
Cualquiera de ellas,
te habría salvado,
pero hoy ya es tarde
para lamentarse…
¡Qué acción más errónea
es haberle dado al hombre
la ilusión de equilibrio…!
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