sábado, 21 de enero de 2012

Una noticia buena y una noticia mala.


“Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca”.
R. C.


-Tengo una noticia buena y una noticia mala –le dije-. La buena es que volvió el gato.

-¿Volvió Aliosha? –dijo ella.

-Sí –dije yo-. Volvió Aliosha, aunque tiene una cicatriz en el rostro y está tuerto.

Ella guardó silencio un momento.

-¿Esa era la mala noticia? –preguntó al fin.

-No –contesté-. La mala es que tiene tendencias suicidas y está nervioso. Además no come desde hace un par de días…

-¿Estás seguro?

-Por supuesto. He comprado comidas especiales, trato de animarlo, pero no hay caso…

-¿Y has intentado nuestro secreto?

-Eh… no, la verdad es que había olvidado aquello –confesé.

Por cierto, nuestro secreto consistía en leerle fragmentos de “Los hermanos Karamazov”, justamente aquellos en los que aparecía el personaje de Aliosha, su álter ego.

-¿Crees que resulte? –le pregunté.

-¿Sinceramente?

-Sí -señalé.

-Pues no –dijo ella-. Supongo que leerle era uno de esos juegos que practicábamos para preservar la fe.

-¿Y entonces?

-Mmm… ¿lo llevaste al veterinario?

-Sí, pero dijo que estaba bien, que había que dedicarle tiempo y ser paciente.

-¿Y lo has hecho?

-Claro… sobre todo ser paciente… pero nada.

-Pues entonces no sé qué decirte –dijo ella, con un tono extraño-. Después de todo, has hecho todo lo que podía hacerse, así que puedes estar orgulloso.

-Pues no sé si orgulloso, pero al menos satisfecho, claro…

Entonces quedamos en silencio.

Yo la imaginaba a ella, mientras veía el gato.

Ella supongo que imaginaba al gato.

-¿Y tú has estado bien? -me preguntó por fin.

-Sí –le mentí-. Si me comparo con Aliosha tengo aún los dos ojos y mi cicatriz es pequeña.

-¿Tienes cicatriz?

-Una pequeña, en la frente… pero no me pidas que te cuente.

-No iba a hacerlo –dijo ella, y rió.

Pasó otro momento en silencio.

-¿Sabes? El veterinario habló de la posibilidad de sacrificarlo… -le dije entonces.

-¿A quién?

-A Aliosha, claro –contesté.

Ella guardó silencio. Yo imaginé que estaba sollozando. Pero me equivoqué.

-Debe ser lo mejor –dijo ella.

Su voz era lisa y fría, como una grabación.

-¿Estás de acuerdo con sacrificarlo? -pregunté.

-Si el doctor lo dijo debe ser lo mejor, además ya lo has intentado todo, tú mismo dijiste que estabas satisfecho con lo que habías hecho…

-Era un decir –dije yo-. Todo ejército necesita una bandera.

-Pues quizá debas dar por perdido esto, simplemente… además yo no puedo ayudarte, por eso te lo digo… yo no voy a volver, Vian, supongo que lo sabes.

-Lo sé –le dije-. Ya han pasado años, yo te llamaba simplemente para darte dos noticias…

-Lo sé, lo sé… no quiero discutir… todo está mejor así, además… ¿o no?

Ella había ocupado nuevamente el tono extraño.

Por suerte fue entonces que el gato se movió y captó mi atención, y pude dar fin a la conversación sin enfrascarme en sinceridades.

-¿Te pido un favor…? -dijo ella-. No me cuentes si sacrificas a Aliosha…

-¿Tampoco te cuento si mejora?

-No –me dijo tras una pausa-. Si mejora también será triste no volver a verlo…

Luego nos despedimos. Y cortamos.

Respiré hondo.

Calenté leche para Aliosha, pero no hubo respuesta.

Entonces recordé lo del libro. Un simple juego para preservar la fe, es cierto… pero a veces esas cosas son necesarias, o simplemente sobra el tiempo, quién sabe.

Hacía tiempo que no tomaba aquel libro. Estaba en lo alto de la biblioteca, junto a otros tomos de novelas rusas.

Senté a Aliosha en mis piernas y busqué en el libro algunas palabras del personaje.

Entonces, cerca del final, encontré un fragmento que me gustaba. Eran unas palabras que Aliosha le dice a un estudiante, casi al final de la novela:

“Es cierto, lo más probable es que en su vida, sea usted un hombre muy desgraciado. Sin embargo, puedo asegurarle que en conjunto, bendecirá usted la vida.”

Y bueno, leí las palabras en voz alta, mientras sentía contra mi pierna las frágiles costillas de mi Aliosha.

Luego, para no molestarlo, decidí dejar el libro a un costado y cerré los ojos, para dormitar un poco.

Fue entonces que Aliosha dio un pequeño salto y fue a tomar su leche.

-Todo va a estar bien –le dije finalmente.

Todo va a estar bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales