viernes, 13 de enero de 2012

¿Dónde se encuentra el hombre que tropieza?




El hombre es el único animal que tropieza.

Y no estoy usando eufemismos ni apuntando a aspectos metafísicos. Me refiero simplemente al tropiezo común, o al encontrarnos con cualquier tipo de sorpresa incómoda que dificulte nuestra caminata.

Si no me creen hagan el intento de pensar en algún otro.

¿Han visto tropezar a una jirafa? ¿O a un oso? ¿O a un leopardo?

Quizá uno de ustedes tenga en la memoria alguna excepción, pero permítanme decirles que solo puede tratarse de un animal domesticado, sin duda.

Y es que el tropiezo, parece tener su origen en esa idea de “distancia” que suele caracterizar a nuestra especie. Una concepción un tanto absurda y que da como resultado una serie de eventos particulares que erróneamente destacamos por pensar que nos hacen mejores que el resto, cuando en realidad solo nos distancian de una norma que suele operar sin problemas al interior de la naturaleza.

Pero claro, el hombre se defenderá diciendo que su tropiezo se debe justamente a que él debe pensar en cosas superiores… o abstraerse incluso para poder llegar a conclusiones que…

¡Mentiras…!

¡¿De qué conclusiones me está hablando...?!

El hombre simplemente se tropieza porque no pertenece al mundo. Y porque ha entendido mal el proceso que puede llevar a la comprensión de aquello que es él mismo, y que son los otros.

Y claro, es este mismo error –esta distancia que erróneamente pone entre su experiencia y la comprensión de las cosas-, lo que lo ha llevado a distanciarse de su propia existencia, situándose como un satélite que gira en torno a quien es y siendo espectador de sí mismo.

Y es que es simple, a fin de cuentas.

Tropezamos al caminar, tropezamos al comprender y tropezamos al amar, por supuesto, simplemente porque elegimos una forma de entendimiento que nos sitúa fuera de nuestra propia existencia.

Así, por último, tropezamos también al elegir un tipo de lenguaje que desconoce por completo aquello que quiere contener, y que es incapaz de retener hasta el más simple de los significados, por ser de una naturaleza distinta de aquello que nombra.

El hombre es el único animal que tropieza, decía.

Y nada podemos llegar a comprender realmente, de esa forma.

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