“Creía que vivías de la fantasía.
¿No es esa tu forma de ser fundamental?
Sueñas las cosas, ¿no es cierto?”
Locos de amor, Sam Shepard
¿No es esa tu forma de ser fundamental?
Sueñas las cosas, ¿no es cierto?”
Locos de amor, Sam Shepard
Yo no sueño las cosas, señor Shepard.
Es decir,
de vez en cuando sueño,
lo reconozco,
pero no es cuestión de generalizar
ni tampoco cuestión de fantasía…
De hecho,
tengo tan poca imaginación
que para intentar ser fundamental
simplemente doy vueltas
algunas historias ya fabricadas
y meto luego en ellas
mis propias sensaciones.
El problema está,
sin embargo,
en que esas sensaciones
aparecen disfrazadas también
de otras cosas
y uno a veces hasta olvida
cómo era sentir correctamente
a esas sensaciones disfrazadas.
¿Ha visto usted, por ejemplo
que chistosa se ve la tristeza
con un bigote de plástico?
¿Podría acaso usted sentirla igual
luego de verla vestida
de esa forma…?
Yo a veces me pongo a pensar estas cosas,
estos elementos técnicos, me refiero,
pero mis conclusiones aparecen tan difusas
que no logro distinguir si están volteadas
o si llevan un disfraz
o si no sé entenderlas
simplemente
por mi propia impericia.
Imagine por ejemplo, señor Shepard,
esa típica imagen del náufrago
lanzando al mar
la botella también típica
en la que va introducido
un mensaje.
Pues bien,
en mi caso,
es el mensaje el verdadero náufrago
mientras el hombre
debe ir a buscar ayuda
introducido en la botella…
¿Me entiende usted ahora…?
No es que quiera hacerme el interesante,
ni creerme realmente
un ser fundamental,
sino simplemente representar
con mis propias sensaciones
esas cosas que ya han sido representadas,
pero de una forma distinta.
Suena simple.
Es simple.
Y no es fantasía, en lo absoluto,
señor Shepard.
Eso, al menos,
me gustaría dejar en claro,
antes de terminar.
Es decir,
de vez en cuando sueño,
lo reconozco,
pero no es cuestión de generalizar
ni tampoco cuestión de fantasía…
De hecho,
tengo tan poca imaginación
que para intentar ser fundamental
simplemente doy vueltas
algunas historias ya fabricadas
y meto luego en ellas
mis propias sensaciones.
El problema está,
sin embargo,
en que esas sensaciones
aparecen disfrazadas también
de otras cosas
y uno a veces hasta olvida
cómo era sentir correctamente
a esas sensaciones disfrazadas.
¿Ha visto usted, por ejemplo
que chistosa se ve la tristeza
con un bigote de plástico?
¿Podría acaso usted sentirla igual
luego de verla vestida
de esa forma…?
Yo a veces me pongo a pensar estas cosas,
estos elementos técnicos, me refiero,
pero mis conclusiones aparecen tan difusas
que no logro distinguir si están volteadas
o si llevan un disfraz
o si no sé entenderlas
simplemente
por mi propia impericia.
Imagine por ejemplo, señor Shepard,
esa típica imagen del náufrago
lanzando al mar
la botella también típica
en la que va introducido
un mensaje.
Pues bien,
en mi caso,
es el mensaje el verdadero náufrago
mientras el hombre
debe ir a buscar ayuda
introducido en la botella…
¿Me entiende usted ahora…?
No es que quiera hacerme el interesante,
ni creerme realmente
un ser fundamental,
sino simplemente representar
con mis propias sensaciones
esas cosas que ya han sido representadas,
pero de una forma distinta.
Suena simple.
Es simple.
Y no es fantasía, en lo absoluto,
señor Shepard.
Eso, al menos,
me gustaría dejar en claro,
antes de terminar.
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