.
I.
Todos tenemos un barril,
como el del Chavo.
Nadie puede quitárnoslo
porque es propio.
Nadie lo cuestiona.
Y nadie ha querido nunca sacarlo
del lugar donde se encuentra.
Lo que hay dentro es un misterio,
por supuesto,
pues nada hay en el baúl de uno
que sea visible para otro.
Por otro lado,
aunque lo fuese,
la comprensión es un aspecto
que en ese ámbito,
al menos,
resulta del todo inalcanzable.
II.
Un barril,
para serlo,
ha de tener solo
una abertura.
Por lo mismo,
el espacio en su interior
debe ser finito
y limitado.
El hombre entonces
que se introduce al barril,
ha de estar bien seguro
de sus propias dimensiones
para no provocar inconvenientes.
Y es que nadie quiere inconvenientes.
De hecho,
lo cierto es que nadie quiere
hablar directamente del barril.
Y hasta se niegan a reconocerlo,
incluso,
como propio.
III.
¿Es suyo ese barril?
Le pregunto de buena fe…
porque a veces solo creemos que es nuestro
aquello que hemos comprado.
¿Es suyo?
Yo a veces confundo el mío,
eso es lo que me pasa…
no desconfíe.
Además,
tratándose de barriles
los robos y engaños son inútiles,
porque ya le dije que se trata
de un objeto que nos es propio.
Y nada es tan propio
como nuestro barril.
El Chavo lo sabe.
IV.
Hay algunos que confunden el barril
con un pozo.
Y otros que lo creen un símbolo
y desarman el suyo
hasta perder lo único que les pertenecía.
Y es que adentro está todo
lo que si bien no es nuestro
ha aceptado introducirse
en nuestras creencias
y afectos.
Está el dios del creyente,
el hijo de la madre,
y hasta la mujer del hombre que siente
haberse enamorado.
Incluso,
hay ocasiones en que se encuentra también
un niño solo
en un columpio,
aunque nadie sabe bien
qué significa.
V.
Querido lector
si aguantó hasta acá
quiero decirle que descubra su barril
y que saque de él todo lo innecesario,
pues ese objeto no es maleta
ni baúl,
ni tampoco alma.
Nadie le va a decir nada por él,
usted tiene derechos…
Así, piense simplemente
que le está devolviendo al mundo
aquello que a usted
no le pertenece.
Y bueno…
con lo demás…
no le dé tantas vueltas:
nadie puede quitarle
lo que es suyo.
O dicho de otra forma:
solo es suyo
aquello que no pueden quitarle.
Ese es usted,
querido lector.
Descúbrase.
Todos tenemos un barril,
como el del Chavo.
Nadie puede quitárnoslo
porque es propio.
Nadie lo cuestiona.
Y nadie ha querido nunca sacarlo
del lugar donde se encuentra.
Lo que hay dentro es un misterio,
por supuesto,
pues nada hay en el baúl de uno
que sea visible para otro.
Por otro lado,
aunque lo fuese,
la comprensión es un aspecto
que en ese ámbito,
al menos,
resulta del todo inalcanzable.
II.
Un barril,
para serlo,
ha de tener solo
una abertura.
Por lo mismo,
el espacio en su interior
debe ser finito
y limitado.
El hombre entonces
que se introduce al barril,
ha de estar bien seguro
de sus propias dimensiones
para no provocar inconvenientes.
Y es que nadie quiere inconvenientes.
De hecho,
lo cierto es que nadie quiere
hablar directamente del barril.
Y hasta se niegan a reconocerlo,
incluso,
como propio.
III.
¿Es suyo ese barril?
Le pregunto de buena fe…
porque a veces solo creemos que es nuestro
aquello que hemos comprado.
¿Es suyo?
Yo a veces confundo el mío,
eso es lo que me pasa…
no desconfíe.
Además,
tratándose de barriles
los robos y engaños son inútiles,
porque ya le dije que se trata
de un objeto que nos es propio.
Y nada es tan propio
como nuestro barril.
El Chavo lo sabe.
IV.
Hay algunos que confunden el barril
con un pozo.
Y otros que lo creen un símbolo
y desarman el suyo
hasta perder lo único que les pertenecía.
Y es que adentro está todo
lo que si bien no es nuestro
ha aceptado introducirse
en nuestras creencias
y afectos.
Está el dios del creyente,
el hijo de la madre,
y hasta la mujer del hombre que siente
haberse enamorado.
Incluso,
hay ocasiones en que se encuentra también
un niño solo
en un columpio,
aunque nadie sabe bien
qué significa.
V.
Querido lector
si aguantó hasta acá
quiero decirle que descubra su barril
y que saque de él todo lo innecesario,
pues ese objeto no es maleta
ni baúl,
ni tampoco alma.
Nadie le va a decir nada por él,
usted tiene derechos…
Así, piense simplemente
que le está devolviendo al mundo
aquello que a usted
no le pertenece.
Y bueno…
con lo demás…
no le dé tantas vueltas:
nadie puede quitarle
lo que es suyo.
O dicho de otra forma:
solo es suyo
aquello que no pueden quitarle.
Ese es usted,
querido lector.
Descúbrase.
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