miércoles, 28 de septiembre de 2011

La inmortalidad del cangrejo.

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Se queja el cangrejo.

Crustáceo rezongón.

Malagradecido.

Inmortal y todo
y se queja
el insensato.

Como camina para el lado
no sabe de avances
ni finales…
y el horizonte lo ve siempre
a la misma distancia.

Pero se queja el cangrejo.

¡Si supiera…!

La cantidad cosas que tenemos los hombres
para quejarnos…

Y es que la muerte
no viene exclusivamente
a poner fin a lo que somos…

¡Son miles de muertes,
realmente…!

Y además está el asunto
de saber
que todo está destinado
al mismo final…

¡Pero se queja el cangrejo…!

Tiene caparazón y tenazas,
pero igual se enoja
y hasta frunce el ceño…

¡Si supiera…!

Uno sin caparazón
y con la muerte a cuestas
y hasta sin tenazas para cortar de una vez
todo aquello que nos duele…

¡Pero se queja el cangrejo…!

No sabe de pérdidas,
ni finales,
pero igual se queja…

Desconoce que tiene fin,
ignora sus bordes
y quizá hasta se cree infinito…

¡No hay derecho…!

Y no es que uno sufra todo el tiempo
o que la venida de la muerte te aceche
sin descanso,
pero lo cierto es que nadie desconoce
que el amor que estás viviendo
puede ser el último,
o que incluso
quizá te moriste antes de tiempo…

¡Cuánta insensatez!

Y el cangrejo se queja.

¡Mírenlo…!

Ahora está quieto
y no sabe que envejece…

Pero igual se enoja.

Cangrejo rezongón.

Malagradecido.

Quejoso…

¡Mírenlo…!

¡Cuánta insensatez!

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