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Lamentablemente, no me queda tiempo para buscarle significado a mis sueños. De hecho, dispongo de tan poco que incluso me cuesta encontrarle significado a mis periodos de vigilia.
Quizá es por eso que vigilia y sueño se confunden a veces cuando intento jugar a que comprendo las cosas y trato de indagar en los posibles caminos que recorro, proponiendo interpretaciones, o simplemente buscando el entendimiento mínimo que sirva de base a todo esto: el significado frágil de uno mismo.
Dentro de esta búsqueda, además, algo que me pasa constantemente es ir de lo complejo a lo sencillo o viceversa, de manera casi enfermiza. Hoy mismo, por ejemplo, he estado varias horas lidiando con Hegel, intentando tomar unos apuntes que al final se convirtieron en laberintos de palabras inconexas y terminaron por sumirme en un sueño tan profundo como breve.
Y claro, lo sencillo vino a aparecer de improviso en mi sueño, donde vestido con short y camiseta llegó el mismísimo Pelé a hablarme con un tono paternal y afectuoso. Esto dijo:
“Eu nao sou tonto, eu sou sencillo. Muito sencillo. Mi español es débil, mas sei fazer que mis palavras se comprendan. Uma senhora me dijo que eso era bello, conversar amenidades, me refiero… eu no sei vivir de forma diferente, además”.
Recuerdo que mientras hablaba, sonreía, y jugaba inocentemente con una pelota entre sus pies, sin parar de darme recomendaciones.
“En el futebol é así também… sencillo y de beleza infinita. Voce sabe eso, o lo intuye, que es saber desde dentro, com mas verdad.
Voce debiese confiar en isso, eu venho a te dizer isso, com muito afecto. Voce debiese confiar, Vian. Las pessoas todas debiesen confiar… eu nao sei lidiar con otras formas, mi manera de vivir é issa, no otra. Voce precisa me escutar mis palabras”.
Pelé entonces se acercaba y me miraba dándome a entender que lo entendía todo, y que mi única tarea en el sueño era escuchar lo que él me tenía que decir. Fue así que dijo sus últimas palabras:
“Que voce perda lo amado faz parte da vida de todo mundo. Eu tambem erré goles, muitos goles… ninguém gana sempre, y voce é parte de todo mundo… Ninguém es el melhor, todos corremos por tras da pelota… y sua vida é sua pelota, Vian… voce no precisa otro secreto”.
Luego el sueño se acabó y yo desperté con un pesado libro de Hegel caído hacia un costado y una sensación de armonía que me hizo transformar los confusos apuntes en una especie de dibujo que terminó de relajarme, justo antes de dormir.
Por lo mismo, no voy a alargar más lo que hoy quería contarles… nada de respuestas en el sueño, ni reflexiones, ni frases de Hegel dando vueltas por la entrada, que era mi intención original.
Así, mejor me vuelvo de nuevo al sueño y le pido algún truco futbolístico al rey, para lucirme con mi hijo este fin de semana… además, Hegel no sabía nada de fútbol y muy poco sobre la sencillez necesaria, para que el afecto permita no enturbiar las palabras que buscan explicarnos cómo se obtiene el sentido de las cosas, y cómo se comparte claramente con los otros.
Quizá es por eso que vigilia y sueño se confunden a veces cuando intento jugar a que comprendo las cosas y trato de indagar en los posibles caminos que recorro, proponiendo interpretaciones, o simplemente buscando el entendimiento mínimo que sirva de base a todo esto: el significado frágil de uno mismo.
Dentro de esta búsqueda, además, algo que me pasa constantemente es ir de lo complejo a lo sencillo o viceversa, de manera casi enfermiza. Hoy mismo, por ejemplo, he estado varias horas lidiando con Hegel, intentando tomar unos apuntes que al final se convirtieron en laberintos de palabras inconexas y terminaron por sumirme en un sueño tan profundo como breve.
Y claro, lo sencillo vino a aparecer de improviso en mi sueño, donde vestido con short y camiseta llegó el mismísimo Pelé a hablarme con un tono paternal y afectuoso. Esto dijo:
“Eu nao sou tonto, eu sou sencillo. Muito sencillo. Mi español es débil, mas sei fazer que mis palavras se comprendan. Uma senhora me dijo que eso era bello, conversar amenidades, me refiero… eu no sei vivir de forma diferente, además”.
Recuerdo que mientras hablaba, sonreía, y jugaba inocentemente con una pelota entre sus pies, sin parar de darme recomendaciones.
“En el futebol é así também… sencillo y de beleza infinita. Voce sabe eso, o lo intuye, que es saber desde dentro, com mas verdad.
Voce debiese confiar en isso, eu venho a te dizer isso, com muito afecto. Voce debiese confiar, Vian. Las pessoas todas debiesen confiar… eu nao sei lidiar con otras formas, mi manera de vivir é issa, no otra. Voce precisa me escutar mis palabras”.
Pelé entonces se acercaba y me miraba dándome a entender que lo entendía todo, y que mi única tarea en el sueño era escuchar lo que él me tenía que decir. Fue así que dijo sus últimas palabras:
“Que voce perda lo amado faz parte da vida de todo mundo. Eu tambem erré goles, muitos goles… ninguém gana sempre, y voce é parte de todo mundo… Ninguém es el melhor, todos corremos por tras da pelota… y sua vida é sua pelota, Vian… voce no precisa otro secreto”.
Luego el sueño se acabó y yo desperté con un pesado libro de Hegel caído hacia un costado y una sensación de armonía que me hizo transformar los confusos apuntes en una especie de dibujo que terminó de relajarme, justo antes de dormir.
Por lo mismo, no voy a alargar más lo que hoy quería contarles… nada de respuestas en el sueño, ni reflexiones, ni frases de Hegel dando vueltas por la entrada, que era mi intención original.
Así, mejor me vuelvo de nuevo al sueño y le pido algún truco futbolístico al rey, para lucirme con mi hijo este fin de semana… además, Hegel no sabía nada de fútbol y muy poco sobre la sencillez necesaria, para que el afecto permita no enturbiar las palabras que buscan explicarnos cómo se obtiene el sentido de las cosas, y cómo se comparte claramente con los otros.
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