sábado, 1 de septiembre de 2018

En clave.

Me dijeron que el tipo ese hablaba en clave. Que podía llevar, aparentemente, una conversación normal, pero estar transmitiendo un segundo mensaje. Códigos extraños, palabras ocultas, mensajes cifrados. Según ellos tenían pruebas, pero no quisieron enseñármelas hasta después que yo conversara con él, para ver si lograba descubrir algo. Fue así que, durante una reunión, me lo presentaron para que habláramos un rato. Tanto en ese momento, como ahora, me pareció del todo una conversación normal. Hablamos de un accidente en México, de las elecciones en un país de Asia, de resultados deportivos y hasta intercambiamos miradas sobre la reforma tributaria. No me parecía nada sospechoso. Triste tal vez, pero no sospechoso. Dudé incluso que se hubiesen burlado de mí y que el hombre aquel no tuviese nada extraño. Me disculpé con él y me alejé unos pasos. Lo escuché hablar con otros y la impresión fue la misma. Hablaba de forma natural. Emitía observaciones normales que de vez en cuando encerraban una pequeña contradicción. Como todo el mundo. Poco antes de terminar la reunión había descartado la posibilidad del uso de un lenguaje en clave. Así se los hice saber a los que me habían hablado sobre él. Entonces ellos me dijeron que cuando él se fuera me demostrarían que yo me equivocaba. Así ocurrió. Aunque nadie lo descubra, me dijeron, habla siempre de esa forma. El tipo se llamaba Vian, o al menos se hacía llamar de esa forma. No sé por qué, pero me dio lástima el que pudiera vivir de esa manera.

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