Alguna vez trabajé en un supermercado.
Me echaron por trabar las ruedas de los carritos.
Llegaba muy temprano así que podía hacerlo sin que
sospecharan.
Además los guardaban en uno de los pocos sectores
sin cámaras que había en el lugar.
Un amigo que trabajaba en otro local de la cadena
me había enseñado a hacerlo.
Desgastábamos una pieza, simplemente.
No tenía dificultad alguna.
Y es que así, de cierta forma, pensábamos que
atacábamos al sistema.
Dificultar las compras, retrasar el mercado…
supongo que no había mayores objetivos.
Era algo ingenuo, por supuesto.
Una metáfora débil ya que no sabíamos expresarnos
de otra forma.
Eso al menos fue lo que le dijimos al juez.
Nos lo recomendó un abogado común, luego que nos
hubiesen demandado.
La situación fue extraña pues al final resultó que
en cada uno de sus locales había una o dos personas que hacíamos lo mismo.
En general, no nos conocíamos entre nosotros, pero
lo complejo del caso fue que intentaron acusarnos de asociación ilícita.
No pudieron probarlo finalmente, pero de todas
formas fue un proceso engorroso.
Por otro lado, nos condenaron a pagar, en total, la
reparación de más de mil quinientos carros.
Extrañamente, el abogado nos informó que tanto sus
servicios como aquella multa ya estaba cubierta.
Esa es la versión que puedo contarles, sobre ese
asunto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario