martes, 18 de septiembre de 2018

Boletos para un tren.


Escucho un tren pasar en algún sitio.

Yo tengo boletos a ese tren.

Estaba ordenando y me encontré con ellos.

Seis boletos, encontré.

Todos con la fecha de hoy y con mi nombre impreso.

Todos a un lugar, en el que nunca he estado.

No recuerdo bien cuándo los compré.

Ni siquiera las razones las tengo hoy tan claras.

Se va en pocas horas.

No alcanzo a preparar equipaje alguno.

Apenas unos minutos para darme una ducha y escribir al paso.

Esto es lo que escribo al paso.

Tengo los boletos a un costado, mientras escribo.

Perderé cinco de estos boletos, pienso.

Todos están a mi nombre y solo puedo usar uno.

Lo haré al azar, y guardaré los otros cinco

Me servirán para recordar que de cierta forma no viajé.

O simplemente como marcadores de páginas.

No alcanzaré a despedirme de nadie.

Tampoco sé qué clima hay, adónde voy.

Y es que el destino impreso en los boletos está algo borroso.

Y sinceramente, no me interesa mucho, esforzarme por leerlos.

Después de todo, un tren no puede dejarme en este sitio.

De hecho, es el único lugar donde no puede dejarme.

Entonces miro los boletos y pienso que solo escribiré una línea más.

Ninguno, por cierto, es un boleto de retorno.

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