domingo, 2 de septiembre de 2018

Fue a comprar cigarros y no volvió.


Fue a comprar cigarros y no volvió. Suena a excusa o a frase repetida, pero en su caso era cierto. A él le encargaron los cigarrillos y a mí las cervezas. Yo alegué porque debía llevar más peso, pero al menos había conseguido una mochila y el apoyo moral de algunos otros. En principio debíamos ir juntos, pero no vendían cierto tipo de cigarrillos en la botillería así que fue a una tienda más lejana. Ya los había comprado y venía de regreso cuando un camión que transportaba colchones lo arrolló al subirse a una vereda. Fue a dos calles de donde me encontraba así que pude ver que algo ocurría. Hay un muerto, comentaban. Mientras cargaba las cervezas caí en cuenta que podía tratarse de él. Fue así que me acerqué a ver. En la mochila llevaba seis cervezas y tres más en cada mano, con bolsas dobles. Todavía no llegaba la policía ni la ambulancia cuando llegué hasta el lugar. Podía verse parte del cuerpo bajo la parte trasera del camión. Un hombre que se había agachado a ver confirmaba que estaba muerto ya que la cabeza había quedado girada. No sé cuánto tiempo estuve sin reaccionar hasta que escuché las sirenas y decidí volver con los otros. Fue entonces que vi una de las cajetillas en el suelo. La recogí sin que nadie se diera cuenta. Ya con los otros intenté explicar, pero no pude. Pensaron que bromeaba. Si fue un camión con colchones debe haber sido un choque blandito, decían. Fue a comprar cigarrillos y no volvió, decía otro, pero no abandonó a nadie. Al pasar los minutos, sin embargo, como no volvía y yo seguía en silencio fueron a ver. Yo me quedé en casa, mirando la cajetilla que había recogido y que me había olvidado entregar. De cierta forma tampoco volví, me dije, luego de ir por los cigarros. 

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