viernes, 16 de junio de 2017

Algo así como pitanzas.


El doctor me contaba que le hacían algo así como pitanzas.

Llamadas telefónicas a altas horas de la madrugada donde le pedían ir de urgencias hasta algún sitio donde alguien, supuestamente, estaba gravemente enfermo.

Él mismo desconocía cómo lograban averiguar su número –lo cambiaba casi todos los meses y procuraba no dárselo más que a sus cercanos-, pero lo cierto es que cada semana terminaba yendo hasta algún sitio donde, finalmente, no había ningún enfermo.

De haber vivido en una ciudad grande, me decía, tal vez habría podido desviar la atención hacia algún hospital o centro mayor, pero al tratarse de un pueblo pequeño y ser el único doctor que vivía en el lugar, él explicaba que no podía negarse a los llamados, aunque ya supiese, antes de ir, que se trataba de una farsa.

Lo peor sin embargo, según lo que me cuenta, es que ya casi al final de su estancia en aquel lugar recibió otra de estas llamadas, donde le señalaban que lo requerían urgentemente para atender a un enfermo, aunque esa vez –esa única vez, al parecer-, se tratase de un caso verdadero.

-Lo que me avergüenza de todo esto es que me alegré que fuese cierto –me confesó-. Se trataba de un caso grave… una peritonitis que tuve que operar en el mismo domicilio... Un chico joven, según recuerdo… No sobrevivió la operación.

-¿Lo culparon de algo…? –pregunté.

-No… -me dijo-. No es el punto. Yo hice todo lo posible y así lo entendieron, al parecer. Además lo ratificaron los doctores que enviaron de la ciudad, al otro día.

Luego de eso, sin embargo, cesaron las pitanzas, según me cuenta-. Nadie le recriminó nunca nada y el trato en el día a día parecía ser el mismo, pero nunca volvieron a llamarlo en la madrugada, para que asistiese a algún enfermo imaginario.

-Fue como si hubiesen dejado de confiar en mí –me cuenta finalmente este doctor-. De hecho, sin más pitanzas, solo aguanté seis meses más en aquel lugar…

-Una lástima –dije yo entonces, por decir algo.

-Una verdadera lástima –corrigió él.

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