miércoles, 18 de enero de 2012

Fabrícate una vida, MacGyver.


“¿De qué sirve el ingenio cuando no nos divierte?
No hay nada más fatigoso que un ingenio triste”
Iván Turgeniev.


I.

“Fabrícate una vida”, le dijeron a MacGyver. Y el hueón lo hizo.

Tenía apenas un clip, una lata de cerveza y un libro en ruso, de Turgueniev.

Aprovechando aquello -y porque siempre quise aprender sus técnicas-, le pedí que me dejara ser su ayudante. Como plus, mentí diciéndole que sabía ruso.

-Si es así –me dijo él- dime cómo se llama este libro.

-Se llama “Fabrícate una vida” –le dije.

A él la frase debe haberle sonado pues se quedó pensando. Luego se tomó la cerveza de un sorbo y comenzó a desarmar el clip.

-Si eres mi ayudante, por el momento solo podré darte cerveza –me dijo.

-No necesito más –le contesté-. Además tenemos a Turgueniev.

Acto seguido introdujo el clip a la lata y con mucho cuidado escribió algo en el fondo y nos dirigimos a la botillería.

Así me enteré que había diseñado un perfecto “vale otro”, que siguió funcionando hasta la sexta lata.

-Propongo que vayamos a otra botillería –dijo entonces MacGyver.

-Y yo propongo que escribas “vale por un pack” y así nos ahorramos tiempo –dije yo.

MacGyver aceptó y la cerveza fue creciendo exponencialmente.

-Esto de emborracharse está bien –dijo más tarde, tendido en el banco de un parque-, pero quizá Turgueniev tenga razón… ¿podrías traducir un poco de “Fabrícate una vida”?

Y claro, yo inventé una historia, pero no recuerdo ahora de qué iba.


II.

Por la mañana MacGyver recogió un poco de pasto, capturó unos chanchitos de tierra y con la única cerveza que nos sobró preparó el desayuno.

-Esto evitará la resaca –me dijo.

Luego caminamos cerca de dos horas hasta llegar a un pequeño local de madera que MacGyver tenía en el barrio Franklyn.

“Reparación de ventiladores” decía el único cartel del lugar, que por lo demás estaba en muy precarias condiciones.

-Esto no funciona mucho –me advirtió-, y el local parece sucio, pero ten en cuenta que cualquiera de esos desperdicios puede ser un material esencial…

Yo asentí.

Entonces MacGyver sacó los restos de cigarro que estaban sobre una especie de plano que tenía unas cuantas manchas de aceite, y al parecer alguna también de palta.

-Este es mi gran proyecto –dijo, mientras me enseñaba sus apuntes-. Se trata de una máquina para hacer eso que decía Turgueniev…

-¿Una máquina para fabricarse una vida? –pregunté.

-No precisamente –contestó-. Es una máquina ascendente, funciona principalmente a base de ventiladores y nos permitirá llegar donde alguien que nos pueda decir cómo fabricarla…

-¿Te refieres a…?

-Sí, me refiero a Él –me interrumpió-, pero no lo nombres.

-Eh… de acuerdo… ¿Pero estás seguro que…?

-Sí –volvió a interrumpirme-. La máquina funcionará sin problemas.

Y claro, yo lo miré y lo vi tan entusiasmado qué preferí no contaminarlo con otras inseguridades.


III.

La máquina estuvo lista a los dos días.

De vez en cuando faltaba algún material, pero MacGyver se las arreglaba con cualquier cosa.

Yo, en tanto, apenas ayudé en la construcción, pues mi única tarea era seguir fingiendo que traducía a Turgueniev.

-Es genial ese escritor ruso –me dijo MacGyver poco antes de iniciar el vuelo-. Yo antes había hecho autos con libros, o hasta había cocinado alguno, pero la verdad es que nunca había leído una novela…

Yo me avergonzaba un poco, pero lo dejaba hablar.

-¿Sabes…? –continuó-, creo que de no haber sido por ese libro yo aún estaría sin ninguna perspectiva, construyendo cosas inútiles , malgastando el ingenio…

-Pero hacer esas cosas que tú hacías –le dije-, a base de tan poco… siempre fue maravilloso…

-¡Maravilloso una mierda! –exclamó-. Eso es sencillo… hasta una revolución puede originarse con un pedazo de pan, una bala y un vagabundo… lo importante es que el ingenio sirva para hacernos ascender, como decía Turgueniev…

Y MacGyver siguió un rato hablando sobre el asunto hasta que cargamos unas cervezas en la máquina y comenzamos el ascenso.


IV.

Todo comenzó a volverse oscuro después de unas cuantas horas.

Y claro, no me refiero a la típica oscuridad nocturna, sino a una especie de sombra espesa que comenzó invadirnos, mientras subíamos.

Por otro lado, MacGyver había tomado tan aprisa su cerveza que estaba dormitando, sobre la máquina, y yo debía ir atento de que no fuese a caer, en cualquier momento.

Fue entonces cuando escuché una voz hablar desde la sombra.

-¿De dónde vienen? –preguntó la voz.

-Eh… de abajo –contesté, mientras intentaba sin éxito que MacGyver reaccionara.

-¿Abajo? –dijo la voz.

-Sí… -contesté-, de la Tierra…

-Pero eso no está abajo –dijo la voz-.

-¿Y entonces?

-Acá no hay arriba ni abajo… -explicó la voz-, acá solo hay un modo especial de profundidad, una profundidad donde todo es menos denso, menos concreto… menos fijo…

-Ah –dije yo, por ganar tiempo, mientras insistía en despertar a MacGyver.

-Ahora me dirás a qué han venido –me ordenó entonces la voz, impaciente.

Yo pensé por un rato cómo plantearlo, pero al final se lo lancé de la peor forma.

-Vinimos porque él –aquí apunté a MacGyver-, quería aprender a fabricar una vida…

-¿Clonarse? –preguntó la voz.

-No, eh… cómo fabricarse una vida propia…

-No te entiendo –señaló la voz.

-Una vida con sentido –atiné a decir-, una qué signifique algo importante para uno, frente a los otros… una que dé gusto vivirla…

-Ah –dijo la voz.

-Sé que quizá no es algo que pueda llegar y decirse, pero mi amigo insistió en venir y…

-Comprendo –dijo la voz-, tú quieres algo así como un manual.

-Exacto –le dije-. Un manual para fabricarse una vida.

-Pues toma –dijo finalmente la voz, mientras me entregaban en una mano unas cuantas hojas, que no logré ver, debido a la oscuridad.

Yo agradecí y guardé las hojas dentro de libro de Turgueniev, y accioné el botón que MacGyver me había indicado servía para descender, en caso de emergencia.


V.

Apenas estuvimos en tierra MacGyver despertó y le conté lo sucedido.

Él parecía emocionado.

No paraba de preguntarme por aquella voz y qué había sentido y cosas de ese tipo. Luego, simplemente, se puso a llorar.

-Disculpa que me ponga así –me dijo, mientras lloraba-, pero creo que no sabes cuánto significa… Es como una nueva oportunidad, como un elemento faltante para la gran construcción…

Yo lo miraba y me alegraba por él, sinceramente. En tanto, él seguía llorando, sin poder contenerse.

-Sé que es una gran responsabilidad –decía-, construirse una vida propia… sentirse vivo, me refiero…

Y bueno, fue entonces que saqué las hojas que me habían sido entregadas y las miré perplejo.

-¿Qué sucede? –me preguntó MacGyver.

Yo miraba las hojas y lo miraba a él y no sabía cómo explicarle que el manual ese…

-¿Qué pasa? –insistió MacGyver.

-Está en ruso –confesé.

-Entonces leémelo, por favor –me dijo.

Y bueno, pensé en contarle sobre mi mentira, pero lo vi tan entusiasmado, tan preparado para vivir… que lo cierto es que no pude confesar mi engaño, y le inventé lo que decía aquel texto.

Así, apliqué sentido común e intenté ser honesto, nada más, pero a MacGyver parecía bastarle, pues me escuchaba sonriendo.

-Es sencillo –dijo MacGyver, una vez que terminé.

Yo asentí.

-Y es hermoso porque es sencillo –agregó finalmente.

De esta forma, mientras MacGyver sonreía, yo me dispuse a quemar los papeles e irme del lugar.

-¿Vas a destruir el manual? –me preguntó luego de despedirnos.

-Sí –le dije-. Además solo te servía a ti… todos los demás tienen que fabricarse la vida a su manera.

MacGyver lo pensó un poco y luego me dio la razón, comparando la vida fabricada con un traje hecho a la medida.

-¿No quieres que te construya algo, a modo de despedida? –me preguntó finalmente.

Y claro, por un momento pensé en un par de cosas, e incluso imaginé una lata que asegurara haber ganado cervezas de por vida…

-¿Y? –volvió a insistir, sonriendo.

-Pues no necesito nada –le dije.

De esta forma, por último, me alejé feliz, sonriendo por no haber tenido que engañar nuevamente a mi amigo, al menos en nuestra despedida.

3 comentarios:

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales