I.
Todo es un poco como el poema ese de Browning.
Sordello, creo que se llamaba.
Antes de morir, debieses leerlo, por cierto.
Justo antes de morir, me refiero, debieses leerlo.
Siempre y cuando no tengas, para ese entonces, otra cosa importante que hacer.
II.
Browning.
Browning…
¡Browning…!
Como a Beetlejuice, pero en este caso a Browning.
Un día lo visité cuando era niño y le robé un par de libros.
Eran de su padre, en todo caso, y nunca lo notó.
Entonces pasó el tiempo.
No vi a Browning hasta que me lo encontré en un burdel muchos años después.
Entonces recordé lo de los libros robados y le regalé uno de Elizabeth Barret.
Sí, fui yo quien se lo regalé.
Mis disculpas a Elizabeth.
III.
Un poco para corregir y a modo de advertencia le envié por correo a Elkizabeth el Sordello, de Browning.
Ella me lo devolvió, aparentemente sin leerlo, aunque pasado a opio.
Debió haberlo leído, la pobre.
No creo que haya tenido mucho más que hacer, pero el caso es que decidió no hacerlo.
Y bueno… lo que ocurrió después, ya es historia.
No hay enseñanza, es cierto, pero ya ven:
Todo es un poco como el poema ese de Browning.
Casi absolutamente todo.
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