miércoles, 13 de noviembre de 2024

Monos llorando en la montaña.


Compro un dibujo antiguo hecho con tinta china.

Lo tenían colgado en una librería a la que iba de pequeña y que está cerrando por estos días.

Por lo mismo, venden absolutamente todo lo que hay en el lugar.

Entre estas cosas, el dibujo.

Pregunté por él porque siempre me había llamado la atención, aunque en realidad nunca comprendí muy bien qué representaba.

De hecho, solo al comprarlo me entero que el dibujo tenía un nombre:

Monos llorando en la montaña.

Había sido pintado en una especia de papel de arroz y estaba enmarcado con una madera delgada, pintada de un tono rojizo, que alguna vez debió de ser chillón.

Una vez que supe el nombre, comencé a interpretar las manchas, que poco a poco se revelaron como figuras.

Esos deben ser árboles, me dije, mientras lo observaba.

Esos deben ser árboles, esas otras líneas deben ser ramas… y esos que están ahí abajo, entre uno y otro árbol, deben ser los monos que están llorando.

Conté seis.

Luego estuve un largo rato así, observando aquellas manchas, y reconocí en ellas no solo a los monos, sino también la tristeza que tenía cada uno de ellos, a los pies de esos árboles.

Finalmente -teniendo en cuenta el título-, solo me quedó por identificar la montaña, pero supongo que ese era el contexto en el que estaba inmerso todo lo demás.

Claro, todo lo demás.

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