I.
Sueño que busco algo que tenía en mis bolsillos.
Primero tranquilamente y luego con un poco de desesperación.
Ni siquiera recuerdo qué era, pero la situación comienza a angustiarme.
No sé cuánto tiempo pasa de esta forma, y no logro encontrar nada.
Son hondos los bolsillos, en el sueño, y mis brazos caben casi enteros cuando llego a sus costuras.
No los tengo, me digo, y mientras me agacho a buscar lo perdido, escucho una voz abriéndose paso por la tierra.
“Fue Charlie el mafioso”, dice la voz.
No dice nada más.
II.
Más adelante en el sueño avanzó por algo que bien podrían ser túneles.
Entonces, en medio de la oscuridad, descubro que hay un animal bloqueando el camino.
Lo miro desde unos metros, en silencio, para no inquietarlo.
En principio me parece que es un caballo, pero luego recuerdo algo más.
Lo mencionan en una novela de Upton Sinclair, me digo.
Es una mula que mastica tabaco y que roba de los bolsillos de los mineros.
Por eso la llamaban Charlie el mafioso.
Entonces la mula voltea en mi dirección, y me observa.
III.
Tiene ojos extraños aquella mula.
Eso pienso, en medio del sueño.
Mientras me mira noto que en su hocico tiene algo que me pertenece.
Acerco mi mano y tomo de entre sus dientes.
Es una especie de documento de identidad, con un nombre que creía haber perdido.
Vian, dice el documento, con letras grises.
Si sales de esta no puedes olvidarlo, dice entonces Charlie el mafioso.
Lloro un poquito, mientras camino por el lugar.
Se me debe haber metido carbón en los ojos.
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