I.
No se enciende la misma luz en distintas partes de la casa.
No se enciende la misma, aclaro, aunque ocupes el mismo dispositivo, en distintas habitaciones.
De hecho, ni siquiera se enciende la misma luz en la misma habitación tras apretar el interruptor varias veces seguidas.
Y no pienses en Heráclito ni en el sujeto que observa o aprieta el interruptor.
No hay secreto alguno en lo que te digo.
Es un hecho, simplemente.
Nada hay para objetar.
II.
No es eso, me dicen.
Lo que pasa es que eres ingenuo y no te das cuenta.
De hecho, todo ocurre exactamente al revés.
Si la casa está a oscuras no aparece la misma casa cuando apagas y luego vuelves a encender la luz.
Es decir, lo que no es lo mismo es el espacio iluminado.
La habitación no es la misma y en el fondo poco importa.
Lo importante en todo esto es que el único eterno eres tú.
Y a veces no lo sabes.
III.
Con un dedo en el interruptor pienso en lo que ocurre.
Y es extraño, pero por un momento siento como si el interruptor fuese el dedo que presiona mi dedo que pasa entonces a ser el interruptor.
Poco después, simplemente, ocurre que me enciendo y luego me apago.
Y claro, es entonces cuando descubro que sé algo, que debo aprender a no olvidar.
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