jueves, 27 de agosto de 2020

Se supone...


Se supone que un monje no estrega información sobre sí mismo, pero este nos dijo que se llamaba Ramón.

-Soy un monje -nos dijo-. Mi nombre es Ramón.

Entonces lo acompañamos en silencio por el lugar hasta que nos indicó el sitio donde debíamos dormir. Eran dos sectores distintos, separados, organizados por género.

Traté de no hacer ruido pues había otros cuerpos en el lugar, aparentemente dormidos.

Dentro de todo descansé, esa noche, pero lo cierto es que no conseguí dormirme del todo.

Antes que amaneciera, sin embargo, ya estábamos de pie y nos dirigimos a una especie de templo de madera, donde hicimos una serie de ejercicios: físicos, vocales y de meditación, hasta poco después que saliera el sol.

Las acciones durante el día estaban todas organizadas. Labores en el hogar, en el jardín, en la cocina y obviamente otros periodos en el templo.

Al maestro solo le veíamos por momentos. En el templo, principalmente, o mientras comíamos en silencio. Yo sabía algo de él, por unos artículos que había leído, lo que me llevaban a mirarlo con respeto.

De hecho, recordando ahora, creo que la única persona con la que hablé en esos días fue con el monje que se llamaba Ramón.

Y es que mientras limpiábamos un sector, recogiendo hojas y apilando leña, el monje Ramón rompió la regla de silencio y me contó que había estado preso y que, luego de salir, llevaba dos años en ese lugar.

-Dos años, pero el maestro aún no quiere darme un nombre… -me dijo.

No entendí bien a qué se refería en ese momento, pero días después, cuando incluso a nosotros nos bautizaron con un nombre, lo vi mirar, contrariado, desde un rincón.

Años después de esa experiencia, supe que el maestro y los monjes cambiaban su residencia, y estaban construyendo algo nuevo, cerca de Viña del Mar.

La información apareció en una revista donde nuevamente hablaban del maestro, comentando del cambio de residencia y diciendo al pasar que uno de sus seguidores se había suicidado hacía unos meses, lo que trajo varias complicaciones al maestro y a otros residentes.

-Su caso es especial y no representa las enseñanzas del maestro -decía al respecto una vocera-. Llevaba muchos años con nosotros, pero lo cierto es que ni siquiera había sido bautizado…

No había más información, por cierto, sobre hecho en particular. El artículo se centraba más bien en la formación del maestro. Sus años en Japón, sus vínculos, su modo de vida.

Según recuerdo, no era, del todo, un mal artículo.

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