jueves, 29 de agosto de 2019

¿Por qué ser dentista?


Me explicó que quería ser dentista porque le gustaba hablar. Hablar con otros, especificó. No hablar a solas, como cuando escribes en un blog, me dijo. Sin ofender, por supuesto, recalcó. Yo no me ofendí, pero lo cierto es que no entendía, así que le pedí que se explicara mejor. No sé bien qué se pueda explicar, dijo entonces. Me gusta hablar. Hablar y que me escuchen. Creo tener puntos de vista interesantes y que pueden enriquecer a otros. Hablar desde los costados, eso sí. Aparentar que hablas de otra cosa y de pronto dar en el clavo. Y dejar hundido ese clavo en el otro. Sin que esa persona haya pedido ese clavo, por supuesto. De otra forma estudiaría psicología o algo así. Recuerdo haber intentado comentar aquello que decía, pero me hablaba tan rápido que no podía. También pensé en ser taxista, o estudiar peluquería, siguió, pero en esos casos corres el riesgo que te interrumpan, o hasta pueden pedir que te calles, si te toca algún maleducado. Como dentista en cambio puedes manejar la situación. Inmovilizas al otro. Lo dejas en una posición incómoda y te aseguras de meter algún instrumento en su boca, para que no conteste. Entonces hablas. Tú regulas el tiempo, por supuesto. Además, si intenta hablar, a pesar de todo puedes meterle alguna otra manguera, anestesiarlo, o hasta hacer algún corte, para que sangren un poco. Eso siempre los calma. Los concentra. Les adviertes que si hablan pueden tener una hemorragia y ellos se asustan. Creen que la sangre es importante y no se dan cuenta que la importancia reside finalmente en tus palabras. Entonces sigues hablando. Puedes asegurar que te escuchen, incluso, cada cierto tiempo. Hacer que asientan cada cierto rato… ¿Entiendes ahora? Yo asentí. Pues esa es mi vocación, en resumen, dijo entonces. Luego se fue. Mientras se alejaba, por cierto, yo sentí que la boca se me había llenado de saliva, y escupí a un costado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales