lunes, 26 de agosto de 2019

Con una chica al hombro.


Lo vi corriendo con una chica al hombro.

Al principio me dio risa, porque lo sabía inofensivo, pero luego me preocupó un poco.

Fui a buscarlo.

Una hora después lo encontré atrás de un edificio y lo observé.

Estaba tocando una canción a la chica, que estaba dormida.

Lo hacía con una armónica que daba un sonido extraño.

Eran instrumentos que él mismo construía.

Cuando terminó me contó que la chica estaba amarrada a una anciana.

-Unidas por un gancho -me dijo-, por un imperdible.

-Además no sabe lo que quiere -siguió-, y no tiene idea del mundo.

-¿No sabe cómo es? -pregunté, sentándome en el suelo.

-No sabe para qué es -contestó él, mientras guardaba la armónica y sacaba de los bolsillos una especie de flautín.

Entonces empezó a tocar.

La chica seguía dormida.

La noche estaba clara.

La melodía era agradable.

Luego de un rato vi aparecer una rata, y me sobresalté.

Él, en tanto, dejó de tocar.

La rata se fue por donde vino.

Yo me acerqué unos pasos a la chica y la observé.

Se notaba que respiraba tranquila, sin sobresaltos.

No sabía bien qué más hacer.

-Puedes irte, si quieres -dijo él, mientras parecía armar un pequeño instrumento-, no te preocupes… todo estará bien.

-¿Palabra de honor? -pregunté.

-Palabra de honor húngara -contestó, sonriendo.

Y yo me fui.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales