viernes, 15 de septiembre de 2017

Saludar y despedirse dos veces.


Por lo general nos parecía chistosa. Me refiero a que nos hacía reír, al menos, aunque no sé si lo hacía voluntariamente. Lo que más nos divertía era su carácter despistado. Por ejemplo, resultaba seguro que te saludaba dos veces y se despedía dos veces, también. Podía estar conversando con nosotros, incluso, hasta que de pronto se detenía y te preguntaba si ya se había despedido, y por lo general volvía a hacerlo. Al despedirse era similar. Acostumbraba despedirse, marcharse y luego volver, sintiéndose mal porque no recordaba haberse despedido. Lo extraño, sin embargo, comentábamos el otro día, es que nunca llegó a hacerlo tres veces. Y es que de verdad resulta increíble como cientos de veces – tal vez en todas las ocasiones como señalábamos algunos-, ella saludó y se despidió dos veces, pero tal vez nunca –según nuestros recuerdos-, llegó a repetir esto una vez más. Así, pensando esto y recordándola, resultó que hoy día estuvimos viendo fotos. Divirtiéndonos pensando dónde estará hoy o a quiénes estará saludando dos veces cada día y despidiéndose también, de la misma forma. Uno de nosotros incluso alcanzó a aventurar que tal vez no era despistada, sino que nos saludaba y despedía por duplicado simplemente porque nos quería más que el resto. Es decir, porque su forma de dar afecto, en general, era el doble a la que teníamos el resto de nosotros. Y claro, algo de cierto había sin duda, en aquellas palabras.

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