lunes, 4 de septiembre de 2017

Lo que sé sobre esa historia.


Dos de ellos no estuvieron de acuerdo así que tuvieron que esperar para la repartición del dinero. En general, argumentaban que los roles desarrollados por cada uno habían sido también distintos y que no resultaba justo una división tan básica. Extrañamente, uno de los dos que reclamaron de forma más airada resultaba perjudicado con una división distinta, pero insistió de tal forma que, finalmente, se hizo necesario recoger sus inquietudes. Para esto, fue necesario repasar cada una de las acciones de importancia y llegar a un acuerdo sobre qué papel le tocó desempeñar a cada uno. Hecho esto, fueron firmando cada uno un documento y acordaron un día para repartir el dinero. Esa fecha, por cierto, fue ayer. Cada parte fue puesta en un maletín que tenía un nombre en clave. Y claro cada uno de ellos fue retirando su maletín. Se aseguraron entonces, ya en casa, que la cifra estuviese correcta. Con eso quedamos en paz, pensaron algunos de ellos. Y era un  pensamiento sincero. En lo personal, sin embargo, desconozco si su sinceridad estaba bien fundada. Lo que sí sé, en cambio, es que el dinero no está hecho para permanecer mucho tiempo en un mismo sitio. No es una idea muy compleja, pero al parecer ellos no la consideraron. O al menos dos de ellos no la consideraron, digamos. No podría decir más, al respecto, aunque quisiera. Les juro que eso es todo lo que sé, sobre esa historia.

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