*
Un hombre me contacta tras la desaparición de su mujer.
Dice que se trata de algo urgente y que solo yo puedo ayudarlo.
Primero pensé que estaba bromeando, pero luego me di cuenta que la cosa
iba en serio.
-¿Pero está seguro que puedo serle útil? –pregunté una última vez.
Y el hombre contestó que sí.
Dos horas después nos encontramos en un bar.
*
-Esta es mi mujer –dijo el hombre, mientras me entregaba una
fotografía.
Yo miré la imagen y busqué algo importante que decir.
-Esta no es su mujer –le dije al fin-. Esta es una fotografía.
Él hombre me miró entonces, pensativo.
-¿Quiere una cerveza? –preguntó.
-Quiero dos –contesté-, mientras me cuenta los detalles.
*
-Ante todo quisiera decirle que la situación no es justa –comenzó-. Me
refiero a que no espero encontrar culpables, sino entender lo ocurrido.
Yo asentí.
-Es decir –continuó-, es el universo entero el que fue planeado sin
misericordia.
-No entiendo -señalé.
-Digo que un universo planeado con misericordia nos hubiera mantenido
juntos… no hubiese permitido que nos separáramos…
-¿Y hace cuánto se fue su mujer? –lo interrumpo.
-Eh… creo que van a cumplirse cuatro días -responde.
-Ah… es muy reciente…
-Sí –asintió, apesadumbrado-, cada día paree más reciente.
*
-Dejó casi todas sus ropas –sigue el hombre, hablando de su mujer-, y
no pareciera que se hubiese ido a algún lugar lejano…
-¿Y quiere usted que la busque? –pregunté.
-No. Quiero que me ayude a entender el mensaje que me dejó.
-¿A qué se refiere?
-A que me dejó un mensaje, antes de irse… -me explicó-. Yo lo encontré doblado
sobre su mesa…
-¿Y qué decía el mensaje?
-Pues ese es justamente el problema…
-No lo entiendo.
-Quiero que me ayude a descifrar el mensaje, pero se trata de un
mensaje extraño.
-¿Puedes decirme cuál es?
-Lo que pasa es que el mensaje es solo una tilde…
-¿Una tilde?
-Sí. Una tilde. Sin palabra alguna y al medio de la hoja. Una tilde
-repitió.
*
-Siempre desprecié la ortografía ¿sabe…? -continuó-. Es decir, no lo
digo de mala forma, pero es que sinceramente nunca me dio buenos frutos…
-…
-Y claro… ahora estoy en la necesidad de qué me aclare qué significa
esa tilde… para eso lo he llamado.
-Mmm… -dije yo, haciéndome el interesante-. ¿Podría mostrarme esa nota?
-Claro…
Y entonces fue que vi el mensaje cara
a cara… y pude ver también el supuesto tilde se deslizaba por la hoja que
me habían entregado.
*
-No todo es lo que parece –le dije entonces al hombre, repitiendo
frases armadas-. Usted sabe… uno cree estar bien y de pronto descubre que la
palabra no la acentuamos donde debíamos…
-…
-Podría contarle mil historias donde sucede algo similar… pero sé que
eso no bastará y que usted se seguirá sintiendo más o menos de la misma forma…
-¿Acaso me está diciendo que acentuamos mal nuestra vida…?
-Pues no lo sé, realmente… -contesté-. Solo le digo que no debe despreciar la ortografía, pues no
sabes qué significado contiene…
-…
-Creo que no puedo decirle nada más, disculpe… -señalé entonces,
levantándome del lugar.
-Pero y ella… -preguntó mi interlocutor-, ¿cree usted que va a volver?
-¿Se refiere a su esposa?
-Sí…
-Mmm… pues no creo que el acento deba ir en esa pregunta.
El hombre me miró extrañado y tras comprender que no diría nada más, pagó
las cervezas.
Así, finalmente, yo le agradecí, y le devolví un papel en blanco.
Hay quien no sabe interpretar las señales...mucho menos una falsa tilde!
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