sábado, 29 de septiembre de 2012

Una tilde.


*

Un hombre me contacta tras la desaparición de su mujer.

Dice que se trata de algo urgente y que solo yo puedo ayudarlo.

Primero pensé que estaba bromeando, pero luego me di cuenta que la cosa iba en serio.

-¿Pero está seguro que puedo serle útil? –pregunté una última vez.

Y el hombre contestó que sí.

Dos horas después nos encontramos en un bar.


*

-Esta es mi mujer –dijo el hombre, mientras me entregaba una fotografía.

Yo miré la imagen y busqué algo importante que decir.

-Esta no es su mujer –le dije al fin-. Esta es una fotografía.

Él hombre me miró entonces, pensativo.

-¿Quiere una cerveza? –preguntó.

-Quiero dos –contesté-, mientras me cuenta los detalles.


*

-Ante todo quisiera decirle que la situación no es justa –comenzó-. Me refiero a que no espero encontrar culpables, sino entender lo ocurrido.

Yo asentí.

-Es decir –continuó-, es el universo entero el que fue planeado sin misericordia.

-No entiendo -señalé.

-Digo que un universo planeado con misericordia nos hubiera mantenido juntos… no hubiese permitido que nos separáramos…

-¿Y hace cuánto se fue su mujer? –lo interrumpo.

-Eh… creo que van a cumplirse cuatro días -responde.

-Ah… es muy reciente…

-Sí –asintió, apesadumbrado-, cada día paree más reciente.


*

-Dejó casi todas sus ropas –sigue el hombre, hablando de su mujer-, y no pareciera que se hubiese ido a algún lugar lejano…

-¿Y quiere usted que la busque? –pregunté.

-No. Quiero que me ayude a entender el mensaje que me dejó.

-¿A qué se refiere?

-A que me dejó un mensaje, antes de irse… -me explicó-. Yo lo encontré doblado sobre su mesa…

-¿Y qué decía el mensaje?

-Pues ese es justamente el problema…

-No lo entiendo.

-Quiero que me ayude a descifrar el mensaje, pero se trata de un mensaje extraño.

-¿Puedes decirme cuál es?

-Lo que pasa es que el mensaje es solo una tilde…

-¿Una tilde?

-Sí. Una tilde. Sin palabra alguna y al medio de la hoja. Una tilde -repitió.


*

-Siempre desprecié la ortografía ¿sabe…? -continuó-. Es decir, no lo digo de mala forma, pero es que sinceramente nunca me dio buenos frutos…

-…

-Y claro… ahora estoy en la necesidad de qué me aclare qué significa esa tilde… para eso lo he llamado.

-Mmm… -dije yo, haciéndome el interesante-. ¿Podría mostrarme esa nota?

-Claro…

Y entonces fue que vi el mensaje cara a cara… y pude ver también el supuesto tilde se deslizaba por la hoja que me habían entregado.


*

-No todo es lo que parece –le dije entonces al hombre, repitiendo frases armadas-. Usted sabe… uno cree estar bien y de pronto descubre que la palabra no la acentuamos donde debíamos…

-…

-Podría contarle mil historias donde sucede algo similar… pero sé que eso no bastará y que usted se seguirá sintiendo más o menos de la misma forma…

-¿Acaso me está diciendo que acentuamos mal nuestra vida…?

-Pues no lo sé, realmente… -contesté-. Solo le digo  que no debe despreciar la ortografía, pues no sabes qué significado contiene…

-…

-Creo que no puedo decirle nada más, disculpe… -señalé entonces, levantándome del lugar.

-Pero y ella… -preguntó mi interlocutor-, ¿cree usted que va a volver?

-¿Se refiere a su esposa?

-Sí…

-Mmm… pues no creo que el acento deba ir en esa pregunta.

El hombre me miró extrañado y tras comprender que no diría nada más, pagó las cervezas.

Así, finalmente, yo le agradecí, y le devolví un papel en blanco.

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