“El polvo llegó primero”
J. G. B.
Decimos polvo, pero es arena. O algo parecido a la arena, más bien. Una un poco más oscura, si me piden describirla. Más oscura, menos fina y un poco más cortante o agresiva que la arena habitual, ya que literalmente se te enterraba en la piel, impulsada por el viento. Y si te restregabas sin cuidado te hacía cortes, y se hundía más.
Aparte de ese polvo, sin embargo, todo estaba más o menos igual. La gente, el tránsito y hasta el tiempo, si es que dejabas de considerar al viento que prácticamente no cesaba de golpearnos desde hacía varios días.
-Igual no es tan grave –me alegaron cuando vieron que lo había descrito así-. Después van a creer que el polvo ese nos está matando y no es así. Te cubres un poco la piel si vas a andar fuera y eso es todo.
-¿Y acaso sabemos de dónde viene el polvo ese? –reclamé.
-¿Y qué importa de dónde viene? –me preguntan de regreso-, el viento lo traerá de algún sitio y luego se lo llevará también… Convengamos en que solo es una arena algo molesta que está corriendo desde hace algunos días y que debiese detenerse prontamente.
-¿Debiese detenerse? –pregunto ahora.
-Claro que debiese detenerse –me contestan-. Todo se detiene. Y cuando eso pase tú simplemente te revisas y te limpias para que no quede nada en tu piel. Y claro, todo vuelve entonces a ser como era antes y hablamos de otras cosas.
-No creo que vaya a ser tan fácil –digo entonces, mientras observo unos pequeños cortes, en mis brazos.
-Lo será –me dicen, con seguridad-. Lo que pasa es que el polvo, simplemente, llegó primero.
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