No exageres. Al final las cosas suelen ser así. Más simples, me refiero. Más naturales. Como banderas sin viento, quiero decir. Es simple, si lo piensas. O común, al menos, si lo observas con calma. Sí, como banderas sin viento… Lo digo como algo que está bien. Después de todo, la mayoría de las veces es así. No habría que quejarse por ello. Y tampoco molestarse o lamentarse en lo absoluto. Puedes hacerlo, no lo niego, pero es algo que no conduce a nada. Un intento absurdo de reclamar por un problema que no existe. O que identificaste mal, si lo prefieres. Ya es tiempo de cortar con este asunto. La vida casi nunca se escribe con mayúsculas. Debes abrirte a oírlo y aceptarlo: tus sueños y expectativas suelen construirse sobre el exceso. La felicidad misma es una exageración. Y hasta la idea de la voluntad propia es un invento. El mundo no suele ser así. El universo, si lo observas, no se comporta de esa forma. Pero claro, es más fácil engañarse y decir que lo hacemos por las razones correctas. Vivir en medio de gritos. De luces breves. De edulcorantes. Jurarles lealtad a banderas que, salvo excepciones, no flamean. Y que es evidente, además, que nada significan. No exageres, te digo. Es así.
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