domingo, 28 de septiembre de 2025

Míralos bien.



I.

Míralos bien, no son círculos, me dijo.

Míralos bien, repitió.

Y claro, yo miré.

Varios círculos vi.

Y hasta los conté.

Nueve o poco más.

Igual puedo ser yo el que no entiendo.


II.

Eso le dije:

Igual puedo ser yo el que no entiendo.

Me miró con incredulidad y en sus ojos me pareció ver algo
que me pareció pena.

Tal vez soy yo el que solo sabe ver círculos, agregué.

O el que no entiende.

Dejé pasar unos segundos.

También me pasó otra vez cuando vi una obra sobre Píramo y Tisbe.


III.

Como no pareció escuchar se lo debí repetir:

También me pasó otra vez cuando vi una obra sobre Píramo y Tisbe.

Eso le dije.

Luego expliqué:

Creí que ambos personajes en realidad se habían enamorado de un muro.

O de las distintas caras de un muro, más bien.

Luego ambos, intentando ceder, lo abandonaban.

Ocurre así con todo, me dijo.


IV.

Como no entendí sus palabras, decidió repetirlas:

Ocurre así con todo, me dijo.

Con la comprensión, con los muros y hasta con las grietas de los muros, agregó.

Yo, por supuesto, escuché.

Luego, volví a observar lo que había visto como círculos, por si acaso.

Nueve círculos, conté.

Y se lo dije.

Igual puedo ser yo el que no entiendo.

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