sábado, 6 de septiembre de 2025

En un bosque negro, un venado azul.



I.

En un bosque negro, un venado azul.

Ella durmiendo lo soñó dos veces.

Ves poco, dice, pero sabes que está ahí.

Un bosque negro, señala, y un venado azul.

Hace una pausa.

Respira, como saliendo del agua.

Probablemente tú también los hayas visto, dice.


II.

Lo de salir desde el agua fue idea de ella.

O descripción de ella, más bien.

Y es que dice que para hablar de sueños se sumerge a buscar palabras.

También existen fuera, explica, pero para hablar de sueños tienes que bajar a buscarlas.

Recogerlas como piedras, en el fondo, me explica.

O como pequeños seres vivos, parecidos a piedras.


III.

Yo no creo haberlos visto.

Pero acepto que sea cierto.

Que exista un bosque negro y un venado azul, me refiero.

Y lo de bajar al fondo a buscar palabras.

En mi caso, eso sí, las saco sin mirar, y las ordeno torpemente, en la superficie.

Todo eso le digo.

A veces dejo que caigan simplemente, cerca de la orilla, para que el agua luego las recoja.


IV.

Ella dice que el venado azul no debe salir del bosque.

Y que el bosque, ciertamente, debe permanecer negro.

En el sueño, me dice, para quien lo quiera soñar.

De nuevo.

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