jueves, 8 de marzo de 2018

Debajo de la piel.


Subrayé esa frase en el informe las dos veces que apareció. Se cortó porque creía que bajo la piel estaba uno. En la primera ocasión era una declaración del propio alumno, y en la segunda parecía ser más una conclusión de quién redactó aquel informe. Se cortó porque creía que bajo la piel podía encontrarse a sí mismo. En lo personal, sin embargo, yo suelo desconfiar de esas explicaciones que suelen parecer demasiado literarias. Leí de todas formas el documento de quienes lo atendieron y hasta un largo informe que hizo el psicólogo del establecimiento anterior donde explicaba que se infligía lesiones como manifestación de la búsqueda de sí mismo, que otros adolescentes canalizaban bajo otras acciones o conductas por lo general menos drásticas. Posteriormente se ajuntaban algunas imágenes y las denuncias que se realizaron en carabineros, debido a la gravedad de lo sucedido. Y es que además de los numerosos cortes que se realizaba, el alumno había llegado al extremo de arrancarse fragmentos de piel, siendo el más grave la extracción de un cuadrado de diez por diez centímetros que se arrancó del muslo.

-Acá dice que lo que sucedía era porque querías encontrarte a ti mismo, debajo de tu piel –le dije de golpe cuando lo entrevisté.

-No hay nada de uno debajo de la piel –me dijo entonces, cortante.

-¿Fue por problemas, entonces?

-Sí –me dijo-. Como todos.

-¿Y cuándo tengas más problemas vas a volver a hacerlo?

-Ahora tengo problemas y no lo hago.

-¿Y cómo lo haces? –pregunté finalmente.

-Supongo que hago diferentes cosas –me contestó-. Como todos. ¿Usted escribe de madrugada, cierto?

No le contesté.

En cambio, timbré la ficha de entrevista y le agradecí el tiempo.

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