.
Mi hijo habla dormido.
Incluso contesta si uno le habla,
pero me da miedo preguntar.
.
El asunto es serio, en todo caso,
pues hay algo en su actitud,
cuando habla entre sueños,
que dista mucho de la que tiene
habitualmente.
.
A veces incluso dice números,
o frases que parecen dictadas por otros,
y yo hasta me pregunto,
si se encuentra realmente al interior de su sueño
o si hay algo extraño, y ajeno,
que lo desplaza.
.
Por lo mismo,
-porque a veces las frases que dice
parecen sacadas de las peores amenazas de mis sueños-
yo prefiero acercarme a él,
cuando duerme,
y hacerme cargo de esa carga que no es suya,
y de la que no quiero hablar acá,
en todo caso.
.
Además, al despertar,
sólo hay risas y alegría,
y no hay huella alguna de aquello,
que él olvida prontamente,
y que hasta reemplaza por sueños
o recuerdos agradables
cada mañana.
.
Anoche, sin embargo,
el asunto no ocurrió
con las caracteristicas habituales:
yo escuché una frase de él cuando dormía,
pero su sueño seguía tranquilo.
.
¿Estás bien?
le pregunté entonces.
.
Sí, pero el mundo es un cráter,
contestó.
.
Lo dijo tan claro
y de una forma tan tranquila,
que pensé que era una verdad incuestionable.
Y volví a mi cama,
y lo dejé descansar tranquilo.
.
Mientras me dormía,
yo recordaba esas imágenes de la luna,
llena de cráteres,
y de huellas...
y pensaba también en el mundo
de cada uno,
en nuestros propios cráteres
producidos por impactos
a veces imperceptibles.
.
El mundo es un cráter,
me dije,
la huella de un impacto:
algo que golpea y que desaparece
pero que deja una huella,
y sobre ella
nos edificamos.
.
Y entonces me dormí.
.
En el sueño estaba a la orilla del mar,
había una vegetación densa
y el sol estaba emergiendo
desde el horizonte.
.
Yo ponía mis manos en la arena,
y luego me daba cuenta
que recorría aquel lugar,
y mis manos pasaban por la tierra
como si recorriesen justamente un cráter,
una herida sanada,
suave y viva,
como la guatita de un niño
recién nacido,
que se infla y se desinfla,
mientras respira.
.
Entonces en el sueño,
yo me recostaba de espaldas en la tierra,
y sentía el olor del agua, y de la vegetación,
y sentía de pronto
una manito pequeña
que se posaba en mi pecho,
como si éste hubiese sido también un cráter.
.
Y una sensación como de vacío
pareció de pronto llenarse de agua,
o de aire
y desperté.
.
Ahora ya termina el día.
.
Con mi hijo jugamos,
leímos, y ahora ya va siendo hora
para que lo vaya a dejar,
con su abuela.
.
Luego,
buscando una imagen para esta entrada,
puse puerto, puesta de sol,
y de tanto buscar
llegué a una imagen que sentí
casi exacta,
a la de mi sueño.
.
Mientras la pincho para copiarla,
descubro que pertenece al puerto de Chicxulub,
donde se descubrió hace mucho,
según leo,
un cráter inmenso.
.
Buscaría más información ahora,
pero en verdad,
creo que es algo que no necesito.
.
Veo por la ventana a mi hijo jugar,
y mirar hacia acá, para invitarme.
.
Y pienso entonces que si el mundo es un cráter,
o si mi pecho es un cráter,
existe una mano que es capaz de hacer
que ese cráter recuerde que está vivo.
.
Y llenarlo de luz.
.
Ahora voy por esa luz,
y aprovecho ese momento.
.
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