domingo, 17 de octubre de 2010

La cámara viajera: Cine rumano (x3)

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No sé mucho de cine rumano. Desconozco sus orígenes y en cuanto a sus producciones antiguas, -de tenerlas-, no recuerdo haber visto alguna... o al menos, no recuerdo la vinculación de alguna producción específica, con aquel país.
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Sin embargo, el otro día soñé con una película rumana. De una manera tan nítida que pensé que era una película que había visto y la busqué entre mis discos y hasta en internet sin encontrar rastros.
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Encontré otras por supuesto, y hasta recordé que La última noche del sr. Lazarescu, una película que ganó Cannes hace unos años y que me atrajo bastante, en aquel momento, era también de ese país.
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El punto ahora es que descargué unas cuántas y me ha sorprendido lo que me he encontrado -no es mérito ni descubrimiento mío, por supuesto, de hecho hay otra que ganó Cannes hace poco-, pero me sorprende cierta desolación común en todos los films, la muy buena fotografía y un algo más que aún no logro desentrañar, pero que pretendo entender a través de estos breves comentarios. Ah, y si aguantan la lectura, -y se interesan- hasta les prometo los links.

I. 4 meses, 3 semanas y 2 días, de Cristian Mungiu (2007)



Como la mayoría de las películas rumanas que vi por estos días, ésta está ambientada en 1989, año que finaliza con el derrocamiento del gobierno comunista, en Rumania, y punto de inflexión importante en su historia y en la reinvención, o recuperación, de su identidad.

Sin embargo, también como las otras películas, esta situación política no es enfocada directamente en el film, sino que éste prefiere desarrollarse en un espacio íntimo, el de dos jóvenes rumanas que comparten habitación y que deben enfrentarse a una situación concreta que es el aborto que quiere realizarse una de ellas.

Desde este núcleo, desde este mínimo argumento, la película recorre de excelente forma y con una muy buena fotografía el mundo que rodea a estas chicas, logra captar su atmósfera y testifica además, la vinculación que tienen los espacios externos e internos desarrollados en el film, donde la opresión, cierto ambiente gris y hasta la forma de relacionarse que tienen las personas, van dando forma a un todo desolador, pero a la vez tan cercano y humano, que no incomoda y que no establece grandes distancias con el espectador.

Así, a través de extraños personajes, de tomas realizadas cámara en mano, de espacios mostrados a medias o en penumbras, manejando muy bien la tensión... la película no deja de sorprenderme... pues nos hace partícipe de su atmósfera, nos incluye incluso de cierta forma en aquello que narra, por lo que toda emotividad queda paralizada, fuera... nosostros compartimos ese espacio, y debemos ser fuertes, y no ver aquello que ocurre como algo externo, o como algo que ocurrió...

Por último, señalar que esta película me recordó mucho a otra, -ambas con una desolación hermosa y distinta, pero totalmente diferentes la una de la otra-, me refiero a La vida soñada de losÁngeles, donde también dos chicas buscan algo... pero bueno... eso ya es irme hacia otro lado, y sería también alejarme de la cuestión de fondo en todo esto.

¿Que cuál es esa cuestión de fondo?

Que hay algo cercano en esos dramas grises y oscuros y opresivos... que existe algo bello y humano hasta en las acciones más duras y hacia las que marcamos una gran distancia... y que, a pesar de todo aquello oscuro y cercano, hay algo humano que prevalece, que se derrumba y se rearma y que busca siempre brillar de alguna forma.

En resumen, una película hermosa y cruda, pero sobre todo honesta. Una película que te mira a los ojos a través de una historia sencilla y una actuación magistral y que no necesita más de medio millón de euros para realizarse y demostrar que el arte aún a veces es posible, cuando sabe mirar directamente a quien se dirige y lo invita a convertir un espacio.

Aquí se encuentran los links de descarga, se se interesan:
http://blogdecineyseries.blogspot.com/2010/10/4-luni-3-saptamani-si-2-zile.html


II. Cómo celebré el fin del mundo, de Catalin Mitulescu (2006)

Nuevamente Bucarest. Nuevamente ambientada en 1989. Y nuevamente una buena película.

Díganme que soy gris o que mi gusto por estas películas es simplemente que muestran una desolación que logra suavizar la mía, pero lo cierto es que encuentro algo cercano en este cine de final de dictadura, en estos films opresivos y que, no sé por qué, hasta me alegran de cierta forma.

Es cierto, me atrae sobremanera la cercanía de ese momento preciso, de ese fin de un sistema que ha de permitir nuevas posibilidades a pesar de que, -y para eso no hay mejor ejemplo que nuestra propia sociedad- aquello a lo que se llega, no es ni cercanamente, lo que se esperaba.

En la película, una muchacha y su hermano viven en ese espacio. Ella sueña con irse de aquel lugar mientras que su hermano, más pequeño, sueña a su vez con derrocar él mismo a ese dictador, para evitar que su hermana se vaya.

Y es justamente desde estos dos sueños, -así como del ánimo de sobrevivencia de los demás personajes del film-, que la película de Mitulescu se organiza como un excelente retrato de época, menos gris que el film anterior, justamente a partir de la figura de estos dos hermanos y de la voluntad que los anima y que los diferencia de los personajes mayores.

Bellos protagonistas, buenas historias y bien construidas metáforas, aunque a ratos parecen seguir demasiadas líneas y direcciones, con lo que pueden debilitarse también algunas de ellas.

En definitiva, una película que evidencia el anhelo por un cambio, y la llegada de un fin de mundo, así sin más.

Un mundo que se acaba, pero que se celebra porque es a la vez el nacimiento de uno nuevo, uno en el que, por sobre todo, se tenían esperanzas -aunque no vamos a entrar aquí a ver si esas esperanzas se cumplieron, ni mucho menos-.

Una película rumana no tan gris, en resumen, y con un azul adentro así como una sonrisa, como para hacerla un poco más alegre y luminosa.

Aquí se encuentran los links:
http://blogdecineyseries.blogspot.com/2010/10/como-celebre-el-fin-del-mundo.html


III. La última noche del sr. Lazarescu, de Cristi Puiu (2005)


Esta película ya la vi hace un par de años. De vez en cuando la recomendé, pero siempre la encontraron lenta y hasta muy oscura, por lo que dejé de hacerlo.

Y sí, tienen razón. A pesar de tener rasgos de comedia es una película lentísima y oscura, y justamente en eso está su atractivo.

Y es que no muchos se sienten a gusto al lado del sr. Lazarescu. Un hombre bastante mayor, viudo hace bastantes años y que sólo vive con unos gatos, pues su hija está en otro país y tiene ya poco contacto con ella.

Pues bien, sucede que este sr. se enferma, y como no tiene a nadie ahí en la fría Bucarest, decide llamar una ambulancia. Es llevado entonces de un lugar a otro mientras no se sabe a ciencia cierta su enfermedad y bueno, parece acercarse un desenlace.

El atractivo de esta película, sin embargo, -más allá del argumento que no es mucho más que lo que conté recién-, consiste en hacernos cómplices de este sr., y de la muerte que se le acerca... y es que apenas vemos a este personaje, comprendemos que no se trata del Lázaro que ha de volver a la vida... él ya es el Lázaro que volvió a una vida que se la habían terminado de quitar cuando lo dejaron solo. El sr. Lazarescu es algo así como el muerto andante en busca de que le reafirmen su propia muerte, de que le echen tierra encima.
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Sin embargo, hay algo más en esta película, algo que nos acerca al sr. Lazarescu y nos puede llevar a cuestionarnos hacia el porqué de aferrarse a la vida, y es entonces cuando el personaje de este señor me sobrecoge y comienza uno hasta a tenerle afecto... y es que Lazarescu parece sostener algo que está derrumbándose -y que lo aplasta poco a poco, por cierto-, justo el tiempo suficiente para que miremos debajo, y lo veamos a tiempo.
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Una película extraña que muchos han catalogado como comedia, y otros como el más terrible de los dramas... ¿qué pienso yo? Que no hay diferencia alguna entre estos dos términos.
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Así de simple.
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IV. Sueño de una película rumana, Vian (2010)
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Estoy en una estación de metro en Bucarest. Puedo leer el nombre, pero no creo que tenga sentido escribirlo acá, y podrían pensar que me lo invento. Tengo un mapa en mi mano y ese mapa de pronto se convierte en una sinopsis que me habla de una película rumana.
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Luego estoy en un cine, no importa dónde. En la pantalla se ve la misma estación. En el lugar está pasando un metro y yo siento que hay una presencia al otro lado... y que la veré en cuanto pasen los carros. Quedaré entonces frente a frente con esa presencia en la pantalla y eso no puede ser... no puede ser porque. Y debo salir del lugar.
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-¿Cómo que no puede ser porque? -me dicen- no se terminan así las oraciones.
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-¿Qué oraciones? -digo yo.
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Entonces llegan dos policías rumanos, previos al 89 por supuesto.
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-¿No oracionesku completariu? -me preguntan.
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-Mmm... noski -les digo.
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-¿No finali Vianescu? -insisten.
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-Sí finali -les digo. Y les demuestro entonces que puedo terminar esto cuando quie
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