I.
Antes de incendiar el Templo de Artemisa, en Éfeso, Eróstrato fue pastor. Vagaba por las laderas con sus rebaños y de vez en cuando se dormía en mitad de su trabajo.
Fue en uno de esos sueños cuando una voz le dijo que la belleza no debía ser manejada por los hombres, y que debía ser quemada.
No se lo dijo claramente, por supuesto, por lo que Eróstrato tardó algunos años en descifrar aquel mensaje, pero apenas lo hubo comprendido, el pastor fue hasta el Templo de Artemisa y lo observó entre las llamas.
No sabemos a ciencia cierta si fue él quien lo quemó, pero al ser encontrado observando el fuego, junto al templo, Eróstrato fue detenido y obligado a señalar, tras una serie de torturas, que él había prendido fuego a aquel lugar.
-El acusado ha confesado que el fuego ha nacido de él -señaló Artajerjes, y el pueblo se calmó, y recogieron las cenizas.
Con el tiempo se diría que Eróstrato habría incendiado aquel templo para que su nombre permaneciera en el tiempo, y las razones, al igual que las cenizas, fueron los residuos de esa historia, y no su nombre.
II.
Incendio mi nombre porque no encuentro belleza que quemar.
Y todo son cenizas y no hay Dios entre ellas.
Soy el Antieróstrato que se esconde en las cenizas.
Y mi mensaje es silencioso y escondido como sollozar de muerto.
El Antieróstrato no busca permanecer ni obtener gloria.
Ni edifica ni destruye la belleza.
El Antiesróstrato habita en un templo vacío.
Y espera por el fuego como una estatua de sal.
Voy a gritar en el desierto, dice entonces,
voy a gritar por 400 días y 400 noches.
Y el que tenga oídos que oiga.
Y el que no, sépase afortunado.
Mi lengua paseará entonces sobre las palabras,
y se arratrará entre ellas como si lamiera piedras;
yo soy Vian, el Antieróstrato,
y quiero olvido y silencio y una noche larga.
Mi nombre es desechable como el amor y la muerte,
e incómodo y triste como pañal de adulto:
la belleza no está cerca del Antieróstrato,
y ha de demostrarse día a día, antes de dormir.
Yo soy Vian, el Antieróstrato,
y juego a que existe y no existe la belleza,
juego a quemar las palabras de mi boca
y el paladar me arde y se llena de llagas.
Apuesto por aquellos que saben ver en las cenizas,
y comprenden que no puede no ser, aquello que ha sido,
yo soy Vian, el Antieróstrato, y creo en el amanecer.
Y creo en ustedes como si fuesen mis uñas.
Yo soy Vian, el Antieróstrato,
y mi mensaje está en la arena
y habrá de borrarse en cualquier momento.
.
El que tenga oídos, que oiga.
Y el que pueda oír, que entienda.
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