lunes, 1 de abril de 2024

Cambiar las cosas.


“Bien -dijo-, finalmente el Hombre Corriente
se enfrenta al Poderoso Señor del Mundo.
Claro que tú no eres muy corriente
y yo no soy muy poderoso.
No estamos en situación de cambiar las cosas.”
A. G.



Cambiar las cosas.

En eso estamos, te dicen.

Todos dicen eso.

Así y todo, parecen temerosos de cualquier alteración ajena.

Ajena en cuanto no ha sido provocado por ellos, me refiero.

El quiebre de una ley, la modificación de una creencia…

Un pequeño movimiento de tierra, por ejemplo.

¡Y es que llegan a gritar, algunos!

Gimen cuando muere alguien cercano, se quejan cuando el dinero escasea…

Incluso algunos gimen cuando el dinero escasea…

A veces pienso que no saben bien cómo actuar.



No sé por qué, pero me acuerdo ahora de una señora que atendía un almacén.

Era muy mayor y de pronto se equivocaba con el vuelto que te entregaba.

O te entregaba un poco de más, o peor aun, un poco de menos.

Nunca el vuelto correcto, aunque no me explico por qué.

El hecho es que la gente alegaba siempre cuando le daban de menos, por supuesto.

Pero pocos avisaban cuando le entregaban de más.

Y también había otros -unos pocos, claro-, que no se percataban ni de lo uno ni de lo otro.

Desde fuera, yo podría haber parecido uno de aquellos, pero lo cierto es que sí me daba cuenta.

Simplemente pensaba que lo que me daban de más se compensaría en un momento dado con lo que me daban de menos.

No había por qué hacer escándalo.

No teníamos necesidad de complicarnos.

La mujer, por cierto, cerró el local cuando empezó a entregar otros productos que los que la gente solicitaba.

¡Justo cuando empezaba a ponerse emocionante todo aquello!



Dicho esto, ¿vuelven a decirme ustedes que están cambiando las cosas?

Guarden silencio, mejor.

Tengan decencia y avergüéncense un poco.

Ojalá, cuando vuelva a encontrarlos, estén en eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales