miércoles, 10 de abril de 2024

Esa tarde llegó triste.


Esa tarde llegó triste.

Se le notaba a distancia.

Parecía, incluso, derrotada.

Me saludó apenas con un gesto y se encerró en el baño.

Mientras ella estaba ahí yo preparé algo de comer.

Algo sencillo, rápido, pero que a ella le gustaba.

Escuché que abría y cerraba las llaves del lavamanos varias veces, pero no imaginé por qué.

Poco después, cuando salió del baño, fue directo hasta el sofá, frente a la televisión.

Entonces se quedó observándola, como si estuviera encendida.

Sin mirarme me preguntó si había vino.

Le dije que había una botella.

La abrí.

Le serví una copa y se la acerqué.

Luego de un rato ella la tomó, pero la sostuvo en una de sus manos, sin acercársela a la boca.

-Fracasé en las notas agudas -dijo entonces.

Como no supe qué decir nos quedamos en silencio hasta que ella bebió la copa.

Seguimos en silencio.

Sabía que debía decir algo.

-¿Todo lo demás estuvo bien? -le pregunté.

Era una pregunta de mierda, por supuesto, pero ya la había dicho.

Ahora debía esperar lo peor.

Para mi sorpresa, no fue así.

Me pareció incluso que sonreía cuando le acerqué la otra copa.

-Sí -dijo luego de un rato-. Todo lo demás estuvo bien.

Yo sonreí también, aliviado.

Vivimos un par de buenas semanas, desde entonces.

Nuestras últimas semanas juntos, por cierto.

Luego de esto me dijo que se iba, pues sentía que no era lo que yo necesitaba.

-A lo mejor soy como una nota aguda -le dije.

Ella asintió.

Tal vez debí decirle que no era ella quien debía decidir qué era lo que yo necesitaba.

Pero no se lo dije, por supuesto.

Así fue cómo ocurrieron las cosas.

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