domingo, 7 de abril de 2024

¿El sarcófago sin momia o la momia sin sarcófago?


I.

-¿Qué prefieres? -me dijo-. ¿El sarcófago sin momia o la momia sin sarcófago?

-¿Qué prefiero para encontrar? -pregunté.

-Sí -me contestó-. Para encontrar o algo así… ¿qué prefieres?

Yo me lo pensé un rato, pero finalmente no supe qué contestar.

Él me observaba y parecía molesto con mi silencio.

-Parece que en el fondo no te interesa abrir la cripta -me dijo, con desgano.

-No es eso -dije entonces-. Pero es difícil de explicar.

-Pues si es difícil de explicar mejor no lo expliques -lanzó, molesto-. Casi siempre es algo equivocado.


II.

No lo dije, por supuesto, pero lo que pensé en ese momento fue que prefería ser la momia. Más aún, pensaba que me interesaría ser la momia no encontrada, o hasta el vacío de la momia, en un sarcófago vacío.

Entonces, pensé que el problema de fondo es que nunca me ha gustado encontrar. O no lo disfruto, al menos. Y es extraño, porque debo admitir que sí me interesa buscar. Es decir, lo que me gusta es buscar y no encontrar. Buscar sin saber bien qué busco y sospechando (casi siempre) que se trata de algo inencontrable.

Como ocurre aquí, digamos, sin que otros puedan sospechar siquiera que tú busques.

Ciertamente: como ocurre aquí.

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