domingo, 27 de septiembre de 2015

Íbamos a un funeral / Igual el tiempo es relativo


Íbamos a un funeral y ella manejaba.

Había muerto la madre de un colega y llegábamos un poco tarde… justo cuando el grupo de autos salía de la iglesia, donde la habían velado.

Nosotros veníamos de una noche larga y con algo de resaca.

Quizá por eso –y porque paramos a comprar agua mineral-, se nos perdió la hilera de vehículos.

Ninguno de los dos tenía idea de cómo llegar y además había mucho tránsito.

Fue entonces que vimos a un auto que iba lento y que al parecer era el último de la fila y comenzamos a seguirlo.

El vehículo era pequeño y antiguo, y parecía conducirlo una señora mayor, amiga de la difunta, pensamos.

Debemos haber seguido así unos diez minutos hasta que nos percatamos que ese auto también iba perdido.

De hecho, nos fijamos que se paró en una acera y nos bajamos detrás.

Del auto también se bajó una señora mayor, que llevaba un vestido café.

-¿Usted también se perdió? –le preguntamos.

-Yo vivo acá –nos dijo, apuntando una casa.

Ella nos miraba y no sabíamos qué decir.

-Pensamos que iba al cementerio… -intentamos explicar.

-No estoy tan vieja –contestó.

La situación era algo tensa.

Ella hablaba seriamente, y se veía molesta.

Volvimos a intentar explicar, pero creo que solo empeoramos las cosas.

Así, de pronto, nos lanzó una especie de maldición:

-Ustedes van a morir pronto –nos dijo-. Cada uno por separado, pero pronto.

-Ya –le dijimos.

Luego entró a su casa.

Nosotros nos fuimos.

A la semana de ese incidente recuerdo que nos separamos.

Así, podría decirse que no llegamos al espacio de la muerte, pero tampoco al espacio de la vida.

Con todo, han pasado unos años y todavía no hemos muerto.

Igual el tiempo es relativo, según dicen.

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