miércoles, 16 de septiembre de 2015

Un mono que juega al póker.

“Te aseguro que este perro habla,
pero ocurre simplemente
que no sabe qué decir…”


Veo en tv un mono que juega póker.

No me convenzo de que pueda calcular,
pero lo cierto es que incluso
distingue el valor de las fichas.

De todas formas,
juega con su entrenador al lado
por lo que uno podría sospechar
que recibe cierta ayuda.

Por ejemplo,
veo que el entrenador se acerca
cuando no le conviene iniciar una apuesta.

Esas cosas veo.

Incluso, en vez de terremotos
hasta comienzo a animar al mono.

¡Apuesta todo…!, le digo.

¡Apuesta todo…!

Esa es la única forma
de ganar algo
y superar el día.

El mono, sin embargo,
sigue apostando
de forma cautelosa.

Eso, por supuesto,
hasta que lo veo inquieto,
porque le salió un par de aces.

Mira entonces al entrenador.

Observa a los otros oponentes.

Y así, tras un aparente cálculo,
el mono apuesta con todas las fichas.

Tras dudarlo, otro jugador acepta la apuesta.

El mono parece festejar desde antes.

Veo entonces aparecer las cartas comunes.

Así, con una suerte increíble,
observo cómo el contrincante humano
gana con un trío de cuatros.

El mono parece no entender.

Se molesta y se sube a la mesa de un salto
a recuperar un par de fichas.

El entrenador humano forcejea para que las deje.

El mono se traga un par, antes de que logren controlarlo.

Luego un especialista comenta algo sobre la situación.

Puras hueás comenta.

Luego se acaba el programa.

Yo, en tanto,
consciente de mi propia derrota
me trago como puedo un par de palabras.

No hay comentarios, por suerte.

Tampoco especialistas.

Tal vez un mono sabio lea el blog,
se consiga mi dirección
y me mande un plátano.

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