sábado, 3 de febrero de 2018

Llegué tarde, es cierto, pero no es mi culpa.


Llegué tarde, es cierto, pero no es mi culpa. De hecho venía con tiempo de sobra, pero me detuvieron dos policías. Control de identidad, me dijeron y yo accedí. Todo bien hasta ahí, pero entonces me di cuenta que no llevaba identificación alguna. Les indiqué que vivía a dos cuadras +, pero no quisieron acompañarme a casa. En cambio, llamaron una patrulla que contaba con una máquina para el registro de huellas. Para entonces todavía estaba tranquilo, porque pensé que podía llegar. El problema fue que la máquina no reconoció mis huellas. Probé con todos mis dedos. Varias veces. Fue entonces que me detuvieron y me llevaron a la comisaría. Di mis datos para comprobación de domicilio y también intenté llamarte. Con los nervios, sin embargo, mezclé mi dirección con tu teléfono. Me contestaron en una peluquería y el policía que fue a comprobar domicilio llegó a una casa donde vivía una familia que obviamente negó que me conocieran. Intenté explicar, pero creyeron que bromeaba. Buscaron por mi rut e intentaron con otras máquinas el asunto ese de las huellas. En los datos que encontraron había un número de teléfono y llamaron. Era la casa de mis padres. A la tercera llamada contestó mi padre, que se llama igual que yo y cuando preguntaron contestó que era él, sin siquiera fijarse en el segundo apellido, y confirmó que no vivía nadie más ahí con ese nombre. Debieron procesarme. Ingresaron mi nombre como dato provisorio y noté que abrían un expediente. Dormí en la comisaría y tuve una pelea con un tipo que robaba en supermercados. Perdí la pelea. Tuve que ir a constatar lesiones en la mañana por lo que me procesaron recién al otro día. Me dieron un número en vez de mi nombre y me llevaron ante un juez. Al parecer, mis huellas eran similares a las de un tipo que estaba prófugo por fraude y usurpación de identidad. Me condenaron a seis meses de cárcel efectiva. Tenía derecho a una llamada semanal y a notificar a alguien, pero nos comunicaba una operadora que decía mi nuevo nombre y nunca me contestaban. Lo llama B. H., desde la cárcel, deben haber dicho. A ti también, de hecho, deben haberte llamado. Durante ese tiempo además hice amigos y enemigos. En realidad un amigo y decenas de enemigos. Cuando faltaba una semana para salir tuve una riña con mi amigo y alargaron mi sentencia. Durante ese tiempo, además, llegaron dos nuevas denuncias a mi nuevo nombre y todo se complicó más. En total fueron tres años y dos meses. No sé si también llevabas la cuenta. Me trasladaron además a una cárcel en Concepción, nunca supe bien por qué. Entonces salí y fue cuando di contigo en el teléfono de la casa de tus padres. Tú pensaste que bromeaba y te reíste y ni siquiera me dijiste dónde estabas Trabajé unas semanas y me fui a Santiago. Allá te busqué. Tus padres me dijeron que habías viajado por una beca a Francia, pero no les creí y rondaba por ahí cada tarde. Me denunciaron. O sea, con mi nombre perdido, me denunciaron. Mi familia no me creyó del todo la historia, pero poco importaba. Intenté recuperar mi identidad. Costó otro par de meses, pero lo logré, omitiendo sobre todo lo de la otra identidad y la estadía en la cárcel. Fui con mi antiguo carnet y esta vez, extrañamente, calzaron mis huellas. Eso fue hace apenas dos meses. Entonces supe que de verdad estabas en Francia y que volvías pronto. La Cata, tu prima, me dijo que eras otra. Yo también soy otro, recuerdo que le dije. O sea, fui otro y luego volví a ser quien era, pero en el fondo soy otro. El mismo primero, pero otro. Ella se rio y hasta coqueteó conmigo. Me dijo que era chistoso y no tan feo. Me quedé en su casa esa noche y como se parece a ti y yo te extrañaba tuvimos sexo. De todas formas fue solo una noche. Toda la noche eso sí, pero solo una. Si ella te dijo otra cosa no debe ser cierto, aunque no sé, realmente, si has hablado con ella. Ahora vine hasta acá porque quería verte, aunque me dicen que viajaste de urgencia para Iquique. Sabía de la hora, pero calculé mal. No fue mi culpa de todas formas. Lo que pasa es que el despertador es nuevo y creo que falló la alarma. Voy a tratar de decidir qué hago. Si voy a Iquique o si te espero a acá. Me dijeron que vas por dos semanas, solamente así que tal vez sea mejor que espere. Te dejo esta carta por si no nos vemos de inmediato. La Cata me habló de que te ibas a casar y hasta me dio a entender que estabas embarazada, pero supongo que bromeaba. Se le notaba en la voz, que bromeaba. Quiero pensar que este tiempo separados nos haya hecho bien, de alguna forma. Nunca dejé de pensar en ti.

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