lunes, 12 de febrero de 2018

El error.


El error fue pedir el mal. Veinte años después puedo decirlo: el error fue pedir el mal. No importan las buenas intenciones. Poco importa lo preparado que hubiésemos creído estar. El error fue pedir el mal. Fue un error porque nos creímos fuertes. Fue un error porque a fin de cuentas no soportamos una mierda. Todo por creernos buenos y pedir el mal. Por sentirlo asustaba a verlo, pero sí podías irnos buenos y capaces de vencer todo. Lo repito: el error fue pedir el mal. Y es que entonces el mal vino. No tuvo reparos en arremeter ante nosotros. Hizo caso y vino. Sin más. No hay duda: el error fue pedir el mal. Confiamos en nosotros mismos, pero lo cierto es que nos sobrepasa. Nos llenamos de aquello que apenas comprendíamos. Prácticamente nos sometimos. Y es que el error, como decía, fue pedir el mal. Y el nuevo error, entonces, fue pensar que no habría más horrores. Hoy que pasó el tiempo, al menos podemos decirlo. Pusimos todo en juego. Y el mal que pedimos se encontró entonces con algo que estaba desde antes en nosotros. Algo que estaba desde antes y que por lo demás desconocíamos. Pedimos el mal y el mal vino. Fue más que nosotros. El mal vino. 

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