miércoles, 21 de febrero de 2018

Una llamada.


Llevaba casi sesenta días sobrio cuando lo llamó su ex mujer.

Quería preguntarle unas cosas referidas a los papeles del auto.

Él se lo explicó rápidamente, pero ella no colgaba.

Entonces él aprovechó de contarle que llevaba casi sesenta días sobrio.

Además, le contó que había entrado a un gimnasio y que había bajado aproximadamente siete kilos.

Su ex mujer bromeó entonces y le preguntó si acaso se había cortado un brazo, pero él no entendió la broma.

Para perder esos kilos tan rápido, le explicó su mujer, pero él siguió sin entender.

Se hizo un silencio entre ambos hasta que él le preguntó por Max.

Max era el perro que vivió con ellos durante los últimos cuatro años.

Ella se lo había quedado, pues él se mudó a un departamento, donde no podía tenerlo.

Max está bien, dijo ella. De hecho ha estado mucho más tranquilo en este último tiempo.

¿Podría sacar a pasear a Max un día de estos?, preguntó entonces él, aprovechando la instancia.

No es un hijo, contestó ella. No tuvimos hijos.

Él no contestó de inmediato pero luego dijo que sí, que tal vez sería mejor no verlo.

No hay para qué complicar las cosas, agregó.

Es cierto, dijo ella.

Como no se les ocurrió que más decir se quedaron un rato en silencio.

Luego se despidieron y trataron de no pensar el uno en el otro.

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