lunes, 17 de abril de 2017

Una flor desde la piel.

A veces hago el experimento.

Muy de vez en cuando, pero el resultado es siempre el mismo.

Y es que si no me baño en dos días comienza a nacer desde mi piel, una pequeña flor negra.

No brota dónde mismo, pero brota.

Un tallo delgado y firme.

Una flor cerrada, en el extremo.

Por lo general la veo nacer y luego me baño.

No espero a que la flor se abra ni nada por el estilo.

Además, dos días es más que suficiente y suelo meterme entonces, bajo la ducha.

La flor, en ese instante parece disolverse bajo el agua, dejando mínimos residuos.

Como una mancha de tinta pequeña.

O como un poco de ceniza oscura.

Nada de importancia, a fin de cuentas.

Simplemente se va.

Por lo mismo, a veces dudo si me inventé todo o si es cierto.

Y claro, entonces es cuando vuelvo a quedarme así por dos días.

La flor vuelve de esta forma con mi fe y me recuerda que no estoy tan loco.

O sea, no estoy tan loco, pero me brota una flor del cuerpo.

Nunca la he visto florecer y no me importa.

Es negra y brilla, si la pones al sol.


Yo no sé por qué ocurre.

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