lunes, 21 de noviembre de 2016

Equivocado.


Tomé el teléfono.

Marqué.

Pregunté por F.

-Equivocado –me dijeron.

Antes de que colgara alcancé a hablar.

-¿Qué está equivocado? –pregunté.

-¿Cómo?

-Le pregunté qué es lo equivocado. Usted lo dijo…

-El número, por supuesto… ¿está bromeando?

-No. No lo estoy –señalé.

Del otro lado guardaron silencio.

-Un número es un número –dije entonces-. No puede estar equivocado.

-Espere… -dijo la voz del otro lado-, ya sé… esto es una joda… para algún programa o algo…

-No –le aclaré-. Simplemente me asombra que pueda decir tan rápido que algo está equivocado y esperar que con eso baste. Y además culpar a un número.

-¿Quiere que le siga el juego…? -preguntó-. ¿Si la conversación dura cierto tiempo gano un premio y…?

-No hay premio. Solo quiero que me diga qué está mal.

-¿En el mundo…? –la voz al otro lado parecía entusiasta y hasta se permitía bromear-. ¿Tiene tanto tiempo como para decirle qué está mal en el mundo?

-No –le dije-. Simplemente quiero saber qué está equivocado por llamar a F.

-Pues mire… lo erróneo es llamar a este número de teléfono para buscar a alguien que debe tener otro número. Y claro, yo creo que usted marcó mal… eso es lo equivocado, si es que de verdad quiere seguir el juego.

-¿Cómo sabe usted que yo marqué mal?

-Lo sé porque aquí no está F.

-¿Y si el número equivocado fuera el suyo? –insistí.

No respondieron del otro lado.

-¿O qué pasa si simplemente llamé a su número para probar si estaba F., pues no conozco su número y voy intentando uno en uno, hasta dar con ella…? ¿Qué pasaría si llevo más de dos años en eso porque F. es importante para mí y usted se burla y cree que la llamo para algún tipo de programa o concurso o algo similar…?

-Eh… pues no sé… -dijo la otra voz-. Disculpe si es así, es solo que, ya sabe… casi nadie insiste y…

-No importa -señalé.

Dejamos pasar unos segundos.

-¿De verdad hace eso de marcar los números de uno en uno…? –preguntó entonces.

-No –le dije.

Del otro lado se quedaron en silencio.

-Creo que voy a cortar –dijo ahora la voz, con un tono serio.

No contesté.

Miré el reloj.

Mientras lo hacía, cortaron.

Le faltaron dos minutos para el premio, me dije.

Dos minutos, apenas, para la verdad.

Entonces marqué otro número.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales