lunes, 28 de noviembre de 2016

Todo es caligrafía.


Caligrafía.

Todo es caligrafía.

Curvas, rectas, puntos y demases.

Todo es caligrafía.

El pulso firme, la presión del lápiz, la guía que puede ofrecer cada línea.

Caligrafía.

Solo caligrafía.

Llené cuadernos, de pequeño, y no recuerdo qué escribí.

Una y otra vez llené cuadernos.

Todo fue caligrafía.

Amé y fue caligrafía.

Reí y fue caligrafía.

Y mis pasos fueron rectas, curvas, puntos y demases.

Y claro… llené caminos con mis pasos.

Una y otra vez llené caminos.

Pero todo fue caligrafía.

Ni siquiera recuerdo dónde fui.

Y los caminos incluso, fueron dibujos en la tierra.

Curvas, rectas, puntos y demases.

Nunca supe dónde iban.

Ni siquiera distinguí qué letras dibujaban.

Así, todo fue caligrafía.

Y claro: todo es caligrafía.

Pasa el tiempo y solo cambia el estilo.

Cambia la curva, la recta, los puntos y demases.

Busqué a  Dios y solo encontré una palabra.

Una palabra que no supe qué decía.

Todo es caligrafía.

Los rostros de los hombres.

Los restos de los hombres.

El movimiento de los astros.

Todo es caligrafía.

Dejé de amar y fue caligrafía.

Deje de reír y fue caligrafía.

Y el significado entonces fue arrancado así como se arranca la carne de los huesos.

Todo es caligrafía.

Todo fue caligrafía.

Curvas, rectas y puntos y demases.

Todo es caligrafía.

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