martes, 29 de noviembre de 2016

El hermano muerto.


El hermano muerto que vive entre nosotros.

Ya sabes…

Resulta que a veces toma mis cosas.

No las cambia de lugar, no es eso.

Ni siquiera es que me moleste.

Es solo que siento, a veces, que soy yo quien sigue su rutina.

Ya sabes…

Como si el verdadero dueño de las cosas fuese él.

O como si yo fuese el hermano muerto.

No es que la idea me obsesione…

Pero lo pienso a veces mientras lavo los platos.

O incluso cuando escribo lo siento.

Como si él ya hubiese escrito y yo llegase siempre tarde.

O como si escribiese yo sobre un texto tachado.

Ya sabes…

Como si hasta la vida que uno vive estuviese gastada.

Mis pasos.

Mis latidos.

Mi sangre incluso, que a veces siento espesa.

¿Se sentirá también así mi hermano muerto…?

¿O al menos uno de los dos disfruta más el sabor de las cosas?

¿Creerá aún en Dios, o en el amor…?

¿Aún resonarán las palabras en su pecho?

No es que sea algo terrible… no digo eso.

Es solo que la vida está recalentada.

Las ropas limpias, pero puestas.

Las cosas en su sitio, pero opacas.

Ya sabes…

Sensaciones que uno quiere obviar…

Hermanos muertos.

Ojalá que el agua encuentre la semilla.

Y ojalá que el fin sea un comienzo.

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