martes, 15 de noviembre de 2016

Sastres.


I.

Miden los sastres.

Hombros.

Pecho.

Piernas.

Brazos.

Estamos de acuerdo en que miden.

De hecho, mucho más, miden.

Acá el punto es otro.

¿Sabrán ellos qué miden?

¿Sabrán que sus medidas carecen de un mayor significado?


II.

Ingenuos, los sastres.

Y su ingenuidad no está mal, salvo que se une a la de todos.

Ingenuidad colectiva, entonces, la de los sastres.

No podemos culparlos.

Números en vez de significados.

Todos miden.


III.

¿Pero de dónde miden?

¿Sabrán ellos desde dónde miden?

El punto inicial, me refiero.

¿Qué es aquello que queda bajo las ropas?

Esas cosas les pregunto, pero fingen no entender.

Algunos se enojan, incluso, y me acusan de perder el tiempo.

¿Qué tiempo?, les digo yo.

Pero ellos no responden.


IV.

Ahora, el sol se pone y la luna es amarilla.

Y claro… comienzan a nacer entonces las otras preguntas.

¿De dónde miden cuando falta el hombre?, por ejemplo.

Es decir, poco es el hombre, si unos pocos números lo reemplazan.

Ellos no comprenden y me muestran una serie de fotografías y de libros.

Ahí está todo, me dicen.

Y parecen satisfechos.


V.

Mejor no discutir, con los sastres.

Mejor, incluso, no tener la razón.

Además ya es tarde, y los números lo marcan.

Eso pienso mientras estiro los brazos.

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