martes, 16 de junio de 2015

Los años perro.


Dicen que un año en la vida de un perro equivale a siete años para las personas.

A mí, sin embargo, el planteamiento de esa apreciación siempre me ha parecido absurdo.

Desde la lógica.

Desde la estructura lingüística.

Y desde la falsa analogía que supone esa escala comparativa.

Dejando de lado aquello, debo reconocer que al menos, dicha relación me sirve para explicarme algunas cosas.

Por ejemplo, tiendo a pensar que uno también vive esos años perro.

Años en que envejeces de pronto siete años.

Y claro… no importa si no entierras huesos.

No importa sino vas en busca de aquello que arrojan los otros.

No importa si no ladras y no corres tras las ruedas de los autos.

Lo que importa aquí es más bien lo concreto.

Los siete años, digamos.

Eso importa, finalmente.

Por otro lado, también parece ser que uno no vive en años perro ciento por ciento.

Me refiero a que puedes tener, por ejemplo, el cerebro en años perro y la piel en años humanos… u otras divisiones similares.

Así, siendo sincero, parece ser que cada noche, mi corazón ladra.

Suena cursi y ya ni voz le queda.

Pero ladra.

En tanto, el reloj que observo, mientras escribo, sigue latiendo sin saber qué tiempo es el que mide

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales