lunes, 20 de febrero de 2017

Todo es cotillón.

"Son solo cosas. Es cotillón.
Tú tienes algo real.
Yo quiero que algo real suceda"
B. M.

Colapsó abajo, en la bodega, cuando la enviaron a ordenar el cotillón. Ya sabes, toda esa mierda para fiestas y ese tipo de cosas. Sombreritos de plástico. Tubos que lanzan challas. Lentes gigantes. Y es que como el año nuevo estaba próximo la bodega estaba llena. Un conteiner chino entero de esas cosas había allá abajo. Y claro, como te decía, ella colapsó. Cuando bajé la encontré en cuclillas, llorando, como con convulsiones. Creo que había estado separando unas corbatas plásticas con lunares, que estaban a un lado. Entonces me acerqué y ella intentaba hablar, pero no podía. O sea, podía, pero se le entendía enredado. Todo es cotillón, creo que decía. O cosas así, supongo, sin mucho sentido. Y claro, yo subí para avisar a alguien, pero arriba no había nadie que pudiese ayudar así que yo mismo le bajé un vaso de agua con azúcar, como hacía mi mamá, cuando era chico. Ella ya estaba más tranquila cuando le llevé el agua, pero no hablaba. De todas formas no pude hacer mucho porque había que atender gente y debía subir al tiro. Le debo haber dicho algo, supongo, para animarla… aunque en el fondo yo creo que se recuperó sola. De hecho fue ella misma la que llegó arriba, como una hora después, con los ojos medio hinchados, pero ya más tranquila. Incluso me dio las gracias y me pidió que no contase nada, para no complicar las cosas. Yo no sabía a qué cosas se refería, pero le hice caso, de todas formas. Y claro… nos saludamos como amigos, desde entonces, aunque nunca volvimos a hablar del tema ni nos vimos tampoco fuera del trabajo. Y sí… debo reconocer que meses después tuvimos sexo un par de veces, en esa misma bodega. Algo rapidito en todo caso. Puede que hasta un poco triste. Nada del otro mundo.

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