jueves, 2 de febrero de 2017

De dónde vienen los vecinos.


Cada cierto tiempo llegan vecinos nuevos.

Marta anota en su calendario, cuando llegan.

El lado del número del día, lo anota.

También marca con palitos los integrantes de la familia, si es que tienen.

Nunca, en todo caso, escribe los nombres.

Entonces, espera tres días para ir a visitar.

Siempre que lo hace se pone el mismo vestido.

El mejor que tiene, por supuesto.

Se presenta de forma respetuosa y honesta.

Dice su nombre, su edad y cuenta que vive sola.

Incluso, si nota empatía, comenta que su esposo murió hace más de quince años.

Por lo general los vecinos nuevos son todos menores que ella.

Tienen la edad que tendrían sus hijos, de haberlos tenido.

Asimismo, los hijos de ellos tienen la edad que habrían tenido sus nietos.

Luego de presentarse les dice que pueden contar con ella si necesitan algo.

Una dirección, una receta, una herramienta, incluso.

Los vecinos nuevos suelen ser amables con ella, y agradecen el gesto.

De hecho, a veces la invitan a tomar once, pero Marta señala que no quiere importunar.

Hasta la fecha, Marta ya se ha presentado ante dieciséis familias nuevas.

Todas la saludan cuando se cruzan en la villa, aunque nunca le han solicitado nada.

Ellos creen que hacen lo correcta y ella también lo cree.

Por las noches, antes de dormir, Marta se toma un pequeño vaso de licor de anís.

Hasta hace un año rezaba, cuando se metía en la cama.

Desde hace unas semanas, ha dejado de hacerlo.

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