jueves, 23 de febrero de 2017

Ese perro me ignora.


Ese perro de allá me ignora.

Yo le tenía miedo, y hasta me cuidaba de él, pero me ignora.

Cruzaba la calle cuando lo veía.

Caminaba intentado mostrarme más seguro.

Tantos trabajos y reservas y resulta que él me ignora.

Ni siquiera se voltea para verme.

No le intereso en lo más mínimo.

Y claro… pueden encontrarlo absurdo, pero lo cierto es que es una situación molesta.

Y es que les ladra a los niños, a los jóvenes y hasta a los viejos.

Persigue a los gatos, a los carteros y a la camioneta del gas.

Incluso ha arrebatado la bolsa de compra a un par de transeúntes.

Pero claro, resulta que a mí me ignora.

No sé con qué motivo, pero puedo asegurarles que lo hace.

De hecho, lo intenté poner a prueba y no hubo caso.

Así, me fui acercando poco a poco, pero no provoqué reacción alguna.

Compré chuletas y pasé por su lado.

Me pasee incluso con un gato en brazos, y ni siquiera se dignó a mirarme.

Dicho esto, solo me queda reiterarlo: no me parece, en definitiva, algo justo.

¿Le molesta mi andar?

¿Le incomoda que a veces vaya con un libro?

Pues bien, espero que el tiempo pueda aclarar las cosas, me digo.

Y hasta le ladro, mientras tanto, para ver si se anima.

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